Test Drive | Page 32

Sandokán, al oír aquella voz, se sobresaltó fuertemente. Nunca un sonido tan dulce había acariciado sus oídos, acostumbrados como estaban a escuchar la infernal música del cañón y los gritos de muerte de los combatientes. -Nada encuentro de extraño -dijo con voz alterada-. Es que vuestro nombre no me resulta desconocido. -¡OH! -exclamó el lord-. ¿Y de quién lo habéis oído? -Lo había leído antes en el libro que podéis ver ahí, y me había imaginado que quien lo llevara tenía que ser una espléndida criatura. -Estáis bromeando -dijo la joven lady, sonrojándose. Después, cambiando de tono, preguntó-: ¿Es verdad que los piratas os han herido gravemente? -Sí, es verdad -respondió Sandokán con voz sorda-. Me han vencido y herido, pero un día me curaré, y entonces, ¡ay de los que me han hecho morder el polvo! -¿Y os duele mucho? -No, milady; y ahora menos que antes. -Espero que os curéis rápidamente. -Nuestro príncipe es fuerte -dijo el lord-, y no me asombraría verlo de pie dentro de diez días. -Eso espero -contestó Sandokán. De pronto, apartando los ojos de la cara de la joven, que de cuando en cuando se sonrojaba, se levantó impetuosamente, exclamando: -¡Milady!... -Dios mío, ¿qué tenéis? -preguntó la lady aproximándose. Página 32