Test Drive | Page 178

precipitó hacía adelante, azotando furiosamente las aguas. -¡Capitán!..............exclamó Juioko. El Tigre de Malasia, que empezaba a perder la paciencia, en vez de seguir retirándose, abandonó bruscamente el salvavidas y, colocándose el puñal entre los dientes, se movió resueltamente contra el escualo. -¡También tú vienes contra mí! -gritó-. ¡Veremos si el tigre del mar será más fuerte que el Tigre de Malasia! -Dejadla marchar, capitán -suplicó Juioko. -Quiero acabar con ella -respondió Sandokán con ira-. ¡A nosotros, condenado escualo! El pez martillo, espantado por el fuerte grito y por la actitud de Sandokán, en vez de continuar su carrera se detuvo, deslizándose a derecha e izquierda de las olas, y luego se sumergió. -Viene por debajo, capitán -gritó el dayako. Se equivocaba. El escualo volvió un instante después a la superficie y, contrariamente a sus instintos feroces, en vez de volver a intentar el ataque se lanzó hacia alta mar, jugueteando en la estela de la nave. Sandokán y Juioko se quedaron quietos durante unos instantes, siguiendo con la vista al escualo, y luego, al ver que no pensaba más en ellos, al menos por el momento, reemprendieron la retirada dirigiéndose hacía el noroeste. El peligro no había cesado todavía, pues la cornudilla, a pesar de que continuaba jugueteando, no los perdía de vista. De un coletazo echaba con frecuencia más de medio cuerpo fuera del agua para asegurarse de su dirección, y luego en pocos saltos recuperaba el camino perdido, manteniéndose siempre a una distancia de sesenta metros. Probablemente quería esperar el momento propicio para volver a intentar En efecto: poco después Juioko, que se encontraba un poco más atrás, vio al escualo avanzar rumorosamnte, sacudiendo la cabeza y lanzando poderosos coletazos. Describió en torno a los dos nadad culo, y luego comenzó a dar vueltas un agua y otras por debajo, tendiendo sie más sus giros. -¡Cuidado, capitán! -gritó Juioko -Estoy preparado para recibirlo - Sandokán. -Y yo para ayudaros. -¿Se te ha pasado el miedo? -Empiezo a esperar que así sea. -No abandones el salvavidas ante de que yo de la señal. Intentemos entretanto forzar el cerco Con la mano izquierda sujeta en torno al flotador, con la derecha armada del puñal, los dos piratas se pusieron a batirse en retirada, volviendo siempre la cara hacia el escualo Éste no los abandonaba, sino que continuaba ciñéndolos más de cerca, levantando con auténticas olas y enseñando sus agudos dientes que blanqueaban siniestramente en la oscuridad De pronto dio un salto gigantesco saliendo completamente del agua, y se precipitó sobre Sandokán que estaba más cerca de él. El Tigre de Malasia, abandonando el salvavidas se dispuso a sumergirse, mientras Juioko que había recobrado su audacia ante la inminencia del peligro se lanzaba hacia adelante con el puñal levantado. La cornudilla, al ver a Sandokán desaparecer bajo el agua, de un coletazo se hurtó al ataque de Juioko y se sumergió a su vez. Página 178