-Perdonadme -dijo Sandokán.
-No os guardo rencor y, para demostraros que he tenido ningún
odio contra un valiente como vos, os prometo traeros aquí a lady
Guillonk. Pero le ocasionaréis un gran dolor.
-No le diré palabra del suicidio. -Entonces, ¿qué queréis decirle?
-He dejado inmensos tesoros en un lugar escondido y todos lo ignoran.
-¿Y queréis dárselos a ella?
-Sí, para que disponga de ellos como mejor le parezca. Teniente, ¿cuándo podré verla?
-Antes de esta noche.
-Gracias, señor.
-Pero prometedme no hablarle de vuestro suicidio. -Tenéis mi palabra. Y sin embargo,
creedme, es atroz tener que morir, ahora que creía gozar de la felicidad al lado de la mujer que
tanto amo. -Os creo.
-Habríais hecho mejor hundiendo mi prao en alta mar. Al menos habría bajado a los
abismos marinos ab Ʌ酑