Abrió la puerta del camarote y miró. Marianna dormía, respirando fatigosamente, y
agitaba los brazos como si intentase alejar una visión. El pirata la contempló unos instantes
con indefinible dulzura, luego se retiró sin hacer ruido y entró en su propio camarote.
A la mañana siguiente, el prao, que había navegado todo el día y toda la noche a una
velocidad considerable, se encontraba a sólo sesenta millas de Mompracem.
Ya todos se consideraban a cubierto, cuando el portugués, que vigilaba con gran
atención, descubrió una sutil columna de humo que parecía dirigirse hacia el este.
-¡OH! -exclamó-. ¿Otro crucero a la vista? Que yo sepa, no hay volcanes en este
espacio de mar.
Se armó de un catalejo y trepó hasta la cima del palo maestro, mirando con profunda
atención aquel humo que ahora se había aproximado considerablemente. Cuando volvió a
bajar, su semblante estaba ensombrecido.
-¿Qué pasa, Yáñez? -preguntó Sandokán, que había regresado a cubierta.
-Acabo de descubrir una cañonera, hermano mío. -No es gran problema.
-Ya sé que no se arriesgará a atacarnos, pues esos barcos habitualmente van armados
con un solo cañón, pero estoy inquieto por otro motivo.
-¿Qué quieres decir?
-Ese barco viene del este51' y quizá de Mompracem.
-¡OH!...
-No quisiera que durante nuestra ausencia una flota enemiga hubiera bombardeado
nuestro nido. .
-¿Mompracem bombardeada? -preguntó una voz argentina detrás de ellos.
Sandokan se volvió y se encontró delante de Marianna.
-¡Ah, eres tu, amiga mía! -exclamó-. Creí que estabas durmiendo todavía.
-Acabo de levantarme ahora mismo. ¿Pero de qué habláis? ¿Acaso nos amenaza un
nuevo peligro?
-No, Marianna -respondió Sandokán-. Pero nos hemos inquietado al ver una cañonera
que viene de occidente, o sea, de la parte de' Mompracem.
¿Temes que haya cañoneado tu pueblo?
-Sí, pero no sólo eso; una descarga de nuestros cañones sería suficiente para hundirla.
-¡Ah! -exclamó Yáñez, dando dos pasos adelante.
-¿Qué ves?
-La cañonera nos ha descubierto y está dando una bordada, dirigiéndose hacia
nosotros.
-Vendrá a espiarnos -dijo Sandokán.
En efecto, el pirata no se había equivocado. La cañonera, una de las más pequeñas, de
una capacidad de unas cien toneladas, armada con un solo cañón situado en la plataforma de
popa, se acercó hasta unos mil metros, después dio una bordada, pero no se alejó del todo
porque seguía viéndose su penacho de humo a una decena de millas hacia el este.
Los piratas no se preocupaban por eso, sabiendo perfectamente que aquel pequeño
barco no se atrevería a lanzarse contra el prao, cuyas piezas de artillería eran tan numerosas
que hubieran tenido a raya a cuatro como él.
Hacia el mediodía un pirata, que había subido al palo del trinquete para colocar un
cable, distinguió Mompracem, el temido refugio del Tigre de Malasia.
Yáñez y Sandokán respiraron, creyéndose ya seguros, y se precipitaron hacia proa,
51
Así en el original, aunque evidentemente es una errata: debe venir del oeste pues hace un momento ha dicho
que se dirigía hacia el este. Por lo demás, líneas más abajo dice que «vienen de occidente».
Página 149