¡Labuán!
En efecto, hacia el este, allí donde el mar se confundía con el horizonte, se podía
divisar confusamente una estrecha línea oscura.
-¡Labuán! -repitió el pirata, respirando como si se hubiera quitado de encima un gran
peso que le oprimía el corazón.
-¿Tenemos que seguir adelante? -le preguntó Patán.
-Sí -respondió el Tigre-. Entraremos en el río que ya conoces.
La orden fue transmitida a Giro-Batol, y los dos barcos se dirigieron en silencio hacia
la suspirada isla.
Labuán, cuya superficie no rebasa los 116 kilómetros cuadrados, no era en aquellos
tiempos el importante puerto que es hoy.
Ocupada en 1847 por sir Rodney Mandy, comandante del Iris, por orden del gobierno
inglés', que intentaba aniquilar la piratería, sólo contaba entonces con un millar de habitantes,
casi todos de raza malaya, y unos doscientos blancos.
Por entonces habían fundado apenas una ciudadela, a la que habían dado el nombre de
Victoria, fortificándola con algunos baluartes, para impedir que fuera destruida por los piratas
de Mompracem, que ya varias veces habían saqueado sus costas. El resto de la isla estaba
cubierto por espesos bosques, todavía poblados de tigres, y sólo algunas factorías se habían
construido en sus alturas o en sus praderas.
Los dos praos, después de haber costeado durante algunas millas la isla, entraron
silenciosamente en un pequeño río, cuyas orillas estaban cubiertas de una riquísima
vegetación, y lo remontaron unos seiscientos o setecientos metros, anclando bajo la oscura
sombra de grandes árboles.
Un crucero que hubiera batido las costas no habría logrado descubrirlos, ni habría
podido sospechar la presencia de aquellos cachorros, emboscados como los tigres de las
sunderbunds16 indias.
A mediodía Sandokán, después de haber enviado dos hombres a la desembocadura del
río y otros dos a la selva para no ser sorprendido, se armó de su carabina y desembarcó
seguido de Patán.
Había recorrido alrededor de un kilómetro, adentrándose en la espesura de la selva,
cuando se detuvo bruscamente al pie de un colosal durion 17, cuyo delicioso fruto, erizado de
durísimas espinas, se agitaba bajo los picotazos de una bandada de tucanes.
¿Habéis visto algún hombre? -preguntó Patán.
-No, escucha -contestó Sandokán.
El malayo aguzó el oído y escuchó unos lejanos ladridos.
-Hay alguien de cacería -dijo, levantándose.
-Vamos a ver.
Reemprendió el camino, pasando bajo los pimenteros, cuyas ramas estaban cargadas
de racimos rojos, bajo los artocarpus 18 o árboles del pan y bajo las arecas 19, entre cuyas hojas
volaban batallones de lagartos voladores.
Los ladridos del perro se acercaban cada vez más, y en pocos momentos los dos
piratas se encontraron en presencia de un feo negro, vestido con unos pantalones rojos y que
16
Región natural de la India, situada en la parte meridional del delta del Ganges, que abriga una fauna temible:
tigres, búfalos, cocodrilos, cobras y pitones
17
Durion, planta arbórea de gran tamaño, con inflorescencias en cimas o fascículos laterales.
18
Artocarpus o artocárpeo: Nombre que dio Linneo al árbol del pan. Es una planta arbórea con jugo lechoso
(piénsese en el árbol de la leche), de la que hay más de 70 especies en Asia y Oceanía
19
Areca: Especie de palmera del Asia tropical y Australia.
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