menos a cien millas de aquí.
Los temores de Holmes se vieron confirmados, porque hasta la fecha no se ha vuelto a
saber ni una palabra de la hermosa mujer, el siniestro alemán y el sombrío inglés. A
primera hora de aquella mañana, un campesino se había cruzado con un coche que rodaba
apresuradamente en dirección a Reading, cargado con varias personas y varias cajas muy
voluminosas, pero allí se perdió la pista de los fugitivos, y ni siquiera el ingenio de
Holmes fue capaz de descubrir el menor indicio de su paradero.
Los bomberos se sorprendieron mucho ante los extraños dispositivos que encontraron
en la casa, y aún más al descubrir un pulgar humano recién cortado en el alféizar de una
ventana del segundo piso. Hacia el atardecer sus esfuerzos dieron por fin resultados y
lograron dominar el fuego, pero no sin que antes se desplomara el tejado y la casa entera
quedara tan absolutamente reducida a ruinas que, exceptuando algunos cilindros
retorcidos y algunas tuberías de hierro, no quedaba ni rastro de la maquinaria que tan cara
había costado a nuestro desdichado ingeniero. En un cobertizo adyacente se encontraron
grandes cantidades de níquel y estaño, pero ni una sola moneda, lo cual podría explicar
aquellas cajas tan abultadas que ya hemos mencionado.
La manera en que nuestro ingeniero hidráulico fue trasladado desde el jardín hasta el
punto donde recuperó el conocimiento habría quedado en el misterio, de no ser por el
mantillo del jardín, que nos reveló una sencilla historia. Era evidente que había sido
transportado por dos personas, una de ellas con los pies muy pequeños y la otra con pies
extraordinariamente grandes. En conjunto, parecía bastante probable que el silencioso
inglés, menos audaz o menos asesino que su compañero, hubiera ayudado a la mujer a
trasladar al hombre inconsciente fuera del peligro.
––¡Bonito negocio he hecho! ––dijo nuestro ingeniero en tono de queja mientras
ocupábamos nuestros asientos para regresar a Londres––. He perdido un dedo, he perdido
unos honorarios de cincuenta guineas... Zy qué es lo que he ganado?
––Experiencia ––dijo Holmes, echándose a reír––. En cierto modo, puede resultarle
muy valiosa. No tiene más que ponerla en forma de palabras para ganarse una reputación
de persona interesante para el resto de su vida.