––Y también con el resultado de que, una vez al otro lado, se revolvió contra su amo.
Algunos golpes de mi bastón habían dado en el blanco, y la serpiente debía estar de muy
mal humor, así que atacó a la primera persona que vio. No cabe duda de que soy
responsable indirecto de la muerte del doctor Grimesby Roylott, pero confieso que es
poco probable que mi conciencia se sienta abrumada por ello.