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a la Compañía de Indias, que pusieron a su disposicion un na-vío, al que él dio el nombre de Récherche, con el que se hizo a la mar el 23 de enero de 1827, acompañado por un agente francés. La nueva Récherche, tras haber tocado en distintos puntos del Pacífico, fondeó ante Vanikoro el 7 de julio de 1827, en la misma rada de Vanu en la que se hallaba el Nautílus en ese momento. Allí pudo recoger numerosos restos del naufragio, utensi-lios de hierro, áncoras, estrobos de poleas, cañones, un obús del dieciocho, restos de instrumentos de astronomía, un tro-zo del coronamiento y una campana de bronce con la ins-cripción: «Bazin me hizo», marca de la fundición del arsenal de Brest hacia 1785. La duda ya no era posible. Estuvo Dillon completando sus investigaciones en el lu-gar del naufragio hasta el mes de octubre. Luego, zarpó de Vanikoro, se dirigió hacia Nueva Zelanda y llegó a Calcuta el 7 de abril de 1828. Viajó después a Francia, donde fue acogi-do con mucha simpatía por Carlos X. Pero mientras tanto, ignorante Dumont d'Urville de los hallazgos de Dillon, había partido para buscar en otro lugar el escenario de naufragio. Y, en efecto, se había sabido por un bafienero que unas medallas y una cruz de San Luis se ha-llaban entre las manos de los salvajes de la Luisiada y de la Nueva Caledonia. Dumont d'Urville se había hecho, pues, a la mar, al man-do del Astrolabe, y dos meses después que Dillon abandona-ra Vanikoro fondeaba ante Hobart Town. Fue allí donde se enteró de los hallazgos de Dillon y donde supo, además, que un tal James Hobbs, segundo del Union, de Calcuta, había desembarcado en una isla, situada a 80 18' de latitud Sur y 1560 30'de longitud Este, y visto a los indígenas de la misma servirse de unas barras de hierro y de telas rojas. Bastante perplejo y dudando de si dar crédito a estos rela-tos, comunicados por periódicos poco dignos de confianza, Dumont d'Urvifie se decidió, sin embargo, a seguir los pasos de Dillon. El 10 de febrero de 1828, Dumont d'Urville se presentó en Tikopia, donde tomó por guía e intérprete a un desertor es-tablecido en esa isla, y de allí se dirigió a Vanikoro, cuyas costas avistó el 12 de febrero. Estuvo bordeando sus arreci-fes hasta el 14, y tan sólo el 20 pudo fondear al otro lado de la barrera, en la rada de Vanu. El día 23, varios de sus oficiales dieron la vuelta a la isla y volvieron con algunos restos de es-casa importancia. Los indígenas, ateniéndose a una actitud negativa y evasiva, rehusaban conducirles al lugar del nau-fragio. Esa sospechosa conducta les indujo a creer que los indígenas habían maltratado a los náufragos y que temían que Dumont d'Urville hubiese llegado para vengar a La Pé-rousse y a sus infortunados compañeros. Sin embargo, unos días más tarde, el 26, estimulados por algunos regalos y comprendiendo que no tenían que temer ninguna represa-lia, condujeron al lugarteniente de Dumont, Jasquinot, al lu-gar del naufragio.