Allí, a tres o cuatro brazas de agua y entre los arrecifes de Pacú y de Vanu yacían á4,coras,
cañones y piezas de hierro fundido y de plomo, incrustados en las concreciones calcá-reas.
El Astrolabe envió al lugar su chalupa y su ballenera. No sin gran trabajo, sus tripulaciones
consiguieron retirar un áncora que pesaba mil ochocientas libras, un cañón del ocho de
fundicion, una pieza de plomo y dos cañoncitos de cobre.
El interrogatorio a que sometió Dumont d'Urville a los indígenas le reveló que La Pérousse,
tras la pérdida de sus dos barcos en los arrecifes de la isla, había construido uno más
pequeño, que se perdería a su vez. ¿Dónde? Se ignoraba.
El capitán del Astrolabe hizo erigir bajo un manglar un ce-notaflo a la memoria del célebre
navegante y de sus compa-ñeros. Era una simple pirámide cuadrangular asentada so-bre un
basamento de corales, de la que excluyó todo objeto metálico que pudiera W