7. El lugar de Dios con el hombre es en el corazón, donde habla
con voz queda y pequeña que no puede escuchar sino el que
está en relajación.
8. Y las multitudes gritaban: Enséñanos a conocer al Uno Santo
que habla en el corazón, al Dios de la voz queda y pequeña.
9. Y Jesús dijo: La Santa Respiración no es visible al ojo físico,
ni los hombres pueden ver a los Espíritus del Uno Santo.
10. Pero el hombre fue hecho en la imagen de ellos de modo
que quien mira la faz humana, mira la faz de Dios que dentro de
él habla.
11. Y cuando el hombre honra al hombre, honra a Dios, y lo que
el hombre hace por el hombre, lo hace por Dios.
12. Y recordad que cuando el hombre, con su pensamiento, con
su palabra o con sus acciones, hace daño a otro hombre, está
procediendo erradamente en relación con Dios.
13. Si habéis de servir al Dios que habla dentro del corazón,
servid a vuestros más próximos y a los que no son parientes, a
los forasteros que llegan a vuestras ciudades, a los que tratan
de causaros un daño.
14. Ayudad a los pobres y los débiles; no hagáis daño a nadie;
no codicies lo que no es vuestro.
15. Entonces por vuestra garganta hablara el Uno Santo;
sonreirá a través de vuestras lágrimas; iluminará vuestras faces
con el goce; llenara vuestros corazones con la paz.
16. Y las multitudes preguntaban: ¿A quién debemos llevar
regalos? ¿Donde debemos ofrecer nuestros sacrificios?
17. Y Jesús dijo: Nuestro Padre Dios no demanda desperdicios
innecesarios de plantas, granos, palomas y corderos.
18. Lo que quemamos en cualquier templo es un desperdicio.
Nada bendito puede venir a quien arranca alimentos a las bocas
hambreadas para destruirlos por el fuego.
19. Cuando queráis ofrecer sacrificios a vuestro Dios, tomad
vuestros regalos de granos o de carnes, no los deis a los
sacerdotes y colocadlos sobre la mesa de los pobres.
20. De allí se levantará un incienso que subirá a los cielos y
retornará a vosotros en forma de bendiciones.
21. Haced pedazos vuestros ídolos. Ellos no tienen oídos.
Incendiad todos los altares de los sacrificios.
22. Haced del corazón humano vuestro altar y quemad allí
vuestros sacrificios con el fuego del amor.