19. Y cuando los hijos hubieron pagado sus deudas, vinieron
otra vez y se pusieron de pie ante el foro de la justicia.
20. Todos ellos habían aprendido su lección y la habían
aprendido bien. Y otra vez el padre dividió la hacienda.
21. Dio a cada uno una porción igual y les ordenó que
reconociesen la ley de equidad y justicia y que viviesen en paz.
22. Y uno, un sudra, habló: ¿Nos es permitido a nosotros, los
esclavos, que somos degollados como las bestias por cualquier
capricho de los sacerdotes, esperar que alguien venga a romper
nuestras cadenas y a liberarnos?
23. Y Jesús dijo: El Uno Santo ha dicho que todos sus hijos
serán libres, y toda alma es hija de Dios.
24. Los sudras serán tan libres como los sacerdotes: los
campesinos caminarán dándose la mano con los reyes; porque
todo el mundo reconocerá la hermandad humana.
25. ¡Oh, hombres, levantaos! ¡Sed conscientes de vuestros
poderes, pues quien hace un acto de voluntad, no necesita ser
esclavo!
26. Vivid como deseéis que viva vuestro hermano; desarrollaos
diariamente como la flor, porque la tierra es vuestra y el cielo es
vuestro y Dios os traerá lo que es vuestro.
27. Y todo el gentío gritaba: Muéstranos el camino de que, como
la flor, podamos desarrollarnos, y podamos llegar a lo que es
nuestro.
Capítulo 26
Jesús en Katak. El carro de Jagannath. Jesús revela a las multitudes
lo vacío de los ritos bramánicos, y como ver a Dios en el hombre. Les
enseña la ley divina del sacrificio.
1. En todas las ciudades de Orissa enseñó Jesús. En Katak, a la
margen del río, enseñó, y miles le siguieron.
2. Un día pasó por allí un carro de Jagannath halado por
veintenas de hombres frenéticos, y Jesús dijo:
3. Mirad que pasa una forma sin espíritu, un cuerpo sin alma, un
templo sin fuego en el altar.
4. Este carro de Krishna está vacío. Krishna no está allí.
5. Este carro no es sino un idolo de gente embriagada con el
vino de las cosas carnales.
6. Dios no vive en el ruido de las palabras. No hay camino hacia
él por intermedio de ídolos, de altares.