17. Y Pedro dijo: Señor; ¿es esta parábola para nosotros o para
la multitud?
18. Y Jesús dijo: ¿Por qué necesitáis preguntar? Dios no es un
hombre que respeta a unos y desprecia a otros.
19. Todo el que quiera, puede acicalarse, ceñirse los riñones,
preparar su lámpara y encontrar un minarete en la torre de la
vida, desde el cual pueda observar, preparado para la venida del
Maestro.
20. Pero vosotros, hijos de la luz, ya habéis venido y habéis
aprendido el lenguaje de la Corte, de modo que podéis ya
poneros de pie y guiar.
21. Mas vosotros quizá tengáis que esperar, pues aunque estéis
listos para recibirle, tal vez no venga.
22. Y quizá os impacientéis y comencéis a añorar otra vez lo
material; y principies a asumir actitudes de mando;
23- A golpear y maltratar a los sirvientes de la casa, y a llenaros
de carne y vino.
24. ¿Y qué dirá el Maestro cuando llegue?
25. Arrojará a los sirvientes desleales y muchos años pasaran
antes que ellos se purifiquen y vuelvan a recibir al Maestro.
26. El discípulo que ha llegado a la luz, que conoce ya a su
Maestro y su voluntad y que no obedece; el centinela de
confianza que se duerme en la guardia en el timón de la vida,
27. Sentirá el fuste de la justicia muchas veces; mientras aquel
que todavía no conoce a su Maestro y cual es su voluntad y no
le obedece, no recibirá tan gran castigo.
28. El hombre que viene y se coloca en la puerta abierta de las
oportunidades y que sin entrar sigue su camino,
29. Regresará y encontrara la puerta bien cerrada, y a su
llamada, la puerta no se abrirá.
30. Y el portero le dirá: en una ocasión conociste la palabra que
abría la puerta, pero no hiciste caso y ahora el Maestro te
desconoce. Márchate.
31. Y en verdad os digo: De quien mucho recibe, mucho se
espera; de quien poco recibe, poco se espera.
Capítulo 113
En respuesta a una pregunta de Lamaas, Jes