2. Mi pequeño rebaño, no temáis nunca nada. Es la voluntad de
vuestro Padre que gobernareis el reino del alma.
3. Un gobernante de la casa de Dios es sirviente del Señor de
los ejércitos, y el hombre nunca puede servir a Dios sino
sirviendo a los hombres.
4. Un sirviente de la casa de Dios no puede ser sirviente de la
riqueza, en la sinagoga de los sentidos.
5. Si estáis atados a tierras, a títulos, a riquezas terrenas,
vuestros corazones estarán entretejidos con cosas terrenas, ya
que donde están vuestros tesoros allí estarán vuestros
corazones.
6. Disponed pues de toda vuestra riqueza, distribuidla entre los
pobres, y poned vuestra confianza en Dios, y vosotros y los
vuestros nunca tendrán escasos.
7. Esta es una prueba de fe, y Dios no acepta los servicios de
los que no tienen fe.
8. El tiempo se aproxima; vuestro Maestro viene sobre las
nubes; el este del firmamento está ya fulgurante con su
presencia.
9. Vestios con la ropa de gala; ceñios los riñones; acicalad
vuestras lámparas y llenadlas de aceite, y estad preparados
para encontrar a vuestro Maestro; cuando estéis listos, el
vendrá.
10. Tres veces benditos son los sirvientes que están listos a
recibir a su Señor.
11. Mirad que él se ataviará, y preparará un suntuoso banquete
para todos, y él mismo lo servirá.
12. No importa cuándo venga; pudiera ser en el segundo relevo;
pudiera ser en el tercero; pero el hecho es que los que estén
preparados para recibirle serán benditos.
13. No podéis dejar la puerta abierta e iros a dormir, esperando
en ignorancia cándida que pase el tiempo;
14. Porque los ladrones vendrán seguramente y se llevarán
vuestros bienes y os amarrarán y os conducirán a antros de
ladrones.
15. Y si no fuerais llevados, cuando venga el Maestro, él no
considerará amigo, sino enemigo, al guardia que se ha dormido.
16. Estos son tiempos en los que todo hombre debe estar
despierto y en su puesto, porque nadie puede predecir la hora o
el día en que el hombre se revelará.