volvió a asomar trayendo al niño en sus brazos. Y no había
rastro de fuego en él, en sus vestidos o en el niño.
7. Entonces Jesús levantó la mano y reprendió a los espíritus
del fuego, ordenándoles cesar en su terrible labor y volver a la
quietud.
8. Y como si todas las aguas del océano se hubieran derramado
sobre las llamas el fuego cesó.
9. Al agotarse la furia del fuego, las multitudes estaban
vehementes por ver al hombre que tenía el poder de controlar el
fuego, y Jesús dijo:
10. El hombre no fue hecho para el fuego, sin