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LOS PRIMATES desde hace 200 000 años hasta hace sólo 35 000 años. En general, se piensa que estos seres humanos modernos —caracterizados por una mandíbula enorme, grandes rebordes frontales y frente marcadamente inclinada hacia atrás— fueron brutos e ignorantes, mas lo cierto es que desarrollaron una cultura sofisticada en la que ya existían ritos funerarios y otras costumbres sociales complejas. Tallaban bolas de pedernal, fabricaban implementos de perforación y cuchillos primitivos y elaboraban pigmentos minerales. Es factible que estos hombres se hayan fusionado con nuestro grupo actual, denominado H. sapiens sapiens, aunque otra posibilidad es su extinción. Los hombres de Cro-Magnon, que ya forman parte de nuestro grupo actual, surgieron hace unos 35 000 años en el occidente de Europa y desaparecieron hace aproximadamente 10 000 años. Desde el punto de vista físico no tienen diferencias respecto a las razas humanas contemporáneas; asimismo, su nivel cultural es equiparable al de los grupos humanos actuales. Su volumen encefálico y sus características faciales son comparables a las del ser humano moderno. Una de sus manifestaciones más asombrosas fueron las magníficas pinturas rupestres que realizaron, logro que sugiere una considerable aptitud técnica y la posibilidad de que tuviesen rituales de magia animista (Cap. 1). Hoy día, la evolución del ser humano se distingue por un conjunto de influencias autodirigidas y de autoconciencia. La existencia de una compleja cultura simbólica permite que las civilizaciones modernas encaucen la evolución de tos homínidos a través de la manipulación del ambiente, el control de la reproducción, el combate de las enfermedades e incluso la modificación intencional de los genes para obtener productos preconcebidos. Algunas de las consecuencias deplorables de ese proceso de civilización ha sido la amenaza de extinción que pesa sobre muchas especies y el peligro en que se encuentra el bienestar y la supervivencia del propio ser humano en tanto que existen armamentos nucleares. 33,4 ERRORES DE INTERPRETACIÓN DE LA RELACIÓN EVOLUTIVA ENTRE EL SER HUMANO Y LOS SIMIOS Es erróneo suponer que los seres humanos provienen de una criatura similar o idéntica a los simios modernos. Lo que sucedió en realidad es que el ser humano y Sos simios descendieron por igual de un ancestro común cuyo aspecto, casi seguramente, fue muy distinto al de tos simios modernos si se consideran ciertas características específicas. Los simios y los seres humanos divergieron evolutivamente hace unos 8 millones de años y a partir de entonces siguieron distintas rutas adaptativas. 415 Muchos detractores del evolucionismo presuponen que esta teoría postula la idea de que un simio semejante al gorila actual dio origen al ser humano en un lapso muy corto (miles de años). Estas opiniones impiden una consideración abierta del valor de la teoría evolutiva en cuanto a que explica la diversidad de los organismos. Otra falsa idea que suele ir de la mano con la anterior es que la evolución siempre ocurre en línea recta (evolución ortogénica) desde una forma ancestral hasta un organismo bien adaptado y relativamente permanente, pasando por una serie de formas intermedias. En realidad, el proceso evolutivo es ininterrumpido y en la mayoría de los casos los linajes se desarrollan como arbustos en vez de hacerlo como árboles. No existen formas especiales de las que pueda decirse que son la expresión total de un solo linaje; por el contrario, la ramificación es continua y sólo en raros casos surgen series que constituyen linajes inmutables. En el caso de los seres humanos, el linaje de los homínidos produjo varios géneros y especies, las cuales pudieron haber coexistido por largos periodos. Por supuesto, al mismo tiempo los diversos grupos de simios seguían sus propias líneas evolutivas, algunas de las cuales condujeron hacia los simios modernos, en tanto que otras se extinguieron. Muchas de esas formas extintas fueron ramas del linaje de los s imios, de modo que no pudieron ser los ancestros directos de los simios modernos. La lección importante es que, una vez ocurrida la remota divergencia entre el tronco de tos homínidos (seres humanos) y el de los póngidos (simios) durante la evolución de tos primates, cada uno de esos grupos fue afectado por un diferente proceso de selección. Un tercer error es que todos los caracteres relacionados con los homínidos aparecieron al unísono o que, por lo menos, iniciaron su desarrollo en forma simultánea. Desde luego, eso no ocurrió jamás. Según parece, caracteres como la postura erecta estaban establecidos mucho antes de que aparecieran otros rasgos distintivos de los homínidos. Una cuarta idea, sostenida desde hace tiempo por los proponentes del creacionismo, es que la aceptación de la descendencia evolutiva del ser humano es incompatible con la creencia en la deidad judeocristiana en particular y con la fe religiosa en general. Esto no es cierto y su falsedad queda demostrada con la activa participación de figuras religiosas tan prominentes como el reverendo Teiihard de Chardin en el planteamiento de la teoría evolutiva y la realización de investigaciones de campo. A pesar de que los miembros de ciertas sectas fundamentalistas que creen a pie juntillas en la interpretación literal de la Biblia quizá se enfaden con los planteamientos evolutivos, la inmensa mayoría de los creyentes pueden lograr la armonía entre sus creencias intelectuales y espirituales.