ORIGEN DE LA VIDA
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sencillas, es decir, adquirieron el hábito nutrícional llamado autotroflsmo. Según Ν.Ή. Horowitz, los organismos
que vivían en regiones donde los nutrientes eran escasos
no tardaron en adquirir, por evolución, largas cadenas de
reacciones enzimáticas que los libraron de su dependencia de las sustancias orgánicas presentes en la "sopa"
primitiva. La evolución del autotrofismo como uno de los
progresos más significativos durante las primeras etapas
de desarrollo de la vida fue aunada a las primeras aportaciones teóricas de Oparin y así nació la actual teoría de
Oparin-Horowltz.
27.3 ORIGEN DE LAS CÉLULAS
Los coacervados complejos pueden mantener su estructura a pesar de que se encuentran en un medio líquido
amorfo. Por otra parte, a través de las fronteras del coacervado hay intercambio de sustancias con el medio.
Aunque tales límites parecer estar constituidos por moléculas de agua orientadas y otras sustancias inorgánicas
sencillas, sus propiedades son semejantes a las características de permeabilidad observadas en las células y no
sería remoto que fueran la estructura antecesora de la
membrana de las primeras células procarióticas. La complejidad cada vez mayor de las sustancias orgánicas del
interior del coacervado dependía de la "política exterior"
de éste, la que a su vez era dictada por la membrana externa. Por su parte, la membrana iba aumentando su
complejidad conforme llegaban a su superficie las sustancias previamente introducidas en la célula.
Aunque la evolución de las primeras células es fundamental para probar una hipótesis mecanteísta del origen de la vida, a muchos biólogos también los intriga la
transición entre las células procarióticas y eucarióticas.
Problemas resueltos
27.1
¿Las dos variantes del creacionismo y la teoría de
la lenta evolución de una mayor complejidad cubren todas las posibilidades en cuanto al origen
de la vida?
No, existen otras posibilidades. Algunos biólogos,
tanto del pasado como del presente, prefieren creer
que la vida ha existido desde siempre en otras partes
del universo y que las primeras formas de vida
llegaron a la Tierra provenientes de algún remoto rincón del universo en forma de esporas o semillas de
algún tipo (J. B. S. Haldane). En esta hipótesis no se
reconoce la necesidad de postular un origen de la vida, lo que quizá se relaciona con la creencia de que
el cosmos no tiene principio ni fin.
Una variante de la teoría mecanicista de Oparin
señala que la vida surgió a partir de sustancias químicas simples, pero que no en todos los casos los
pasos intermedios fueron reacciones químicas ordinarias. Se plantea la posibilidad de que ocurriera por
una sola vez un fenómeno clave, sumamente improbable, pero que fue crucial para el surgimiento definitivo de la materia viva. Con todo, esta hipótesis no
se aparta de la explicación natural ya que, dadas las
sustancias necesarias y el tiempo suficiente, llegan
a ocurrir hasta los fenómenos químicos más improbables.
27.2
¿Por qué cree el lector que la comunidad científica de Estados Unidos se opuso a la impartición
igualitaria del creacionismo y la teoría de la evolución en las clases de ciencias naturales?
Toda cátedra de ciencias naturales debe regirse
exclusivamente por los procesos válidos para la
investigación científica. El creacionismo, incluso el
creacionismo científico, no es una teoría científica a
la que se llegó a través del estudio de pruebas verificabas. Por el contrario, de la manera más anticientífica, está motivado por la aceptación a priori de lo
consignado en la Biblia y se basa en las diversas interpretaciones de ella. Esto quiere decir que el creacionismo funciona sobre bases que no están regidas
por los principios fundamentales de la ciencia y, por
tanto, los científicos no pueden aceptarlo como un
tema legítimo y científicamente comprobable. Con
ello no se pretende negar la posible participación de
un creador sobrenatural; sólo se trata de demostrar
lo Inadecuado de la hipótesis creacionista dentro del
marco de referencia científico.
Otro problema son los conflictos emocionales
que surgirían en las aulas de clase si ahí se presentara también el creacionismo. No es raro que en un
debate con científicos los creacionistas resulten vencedores, mas su éxito se debe a que se amparan
detrás délo que se considera moralmente correcto y
de lo que uno debiera pensar. Estos recursos retóricos pueden menoscabar la clara distinción de la realidad que se busca a través de la ciencia. Es
inaceptable encadenar el conocimiento científico a
viejas creencias basadas en moralismos o en interpretaciones religiosas. Si bien es justo dedicar parte
de nuestro tiempo a los principios éticos e incluso a
los puntos de vista teológicos, desde luego ese tiempo no es el que debe dedicarse al estudio de las
ciencias naturales. Si se introdujera el co ncepto del