ORIGEN DE LA VIDA
conservadores, fue causa en Estados Unidos de una serie de infructuosas batallas legales provocadas por los
fundamentalistas, quienes se empeñaban en que los sistemas escolares laicos estadounidenses incluyeran la
teoría creacionista como parte de las clases de biología,
en ¡as que por supuesto se enseña el concepto de la evolución.
La otra teoría (evolucionista) afirma que la vida surgió en un punto selecto ubicado en el extremo superior
del espectro continuo de ordenamientos cada vez más
complejos de la materia. Es decir, que cuando la materia
se vuelve suficientemente compleja aparecen las características asociadas con la vida. A pesar de que ésta es
una teoría mecanicista, en ella se dio cabida a epifenómenos biológicos como el amor, la conciencia, la moralidad, etc., cualidades que aparecen en las formas
biológicas más avanzadas; por ejemplo, el ser humano.
Los biólogos se inclinan por un origen natural de la vida.
27.1
LA HIPÓTESIS DE OPARIN
En la teoría mecanicista de la vida se postula que la mejor manera de explicar las complejas reacciones de los
seres vivos es recurrir a las propiedades de sus partes
componentes, además, se afirma que una ordenada serie
de fenómenos de causa y efecto condujo al surgimiento de la vida a partir de conjuntos de sustancias inorgánicas sencillas, las cuales fueron convirtiéndose en
macromoléculas orgánicas cada vez más complejas. A. I.
Oparin presentó a sus colegas soviéticos en 1924 una
clara y rigurosa explicación de cómo pudo haber acontecido esa evolución de la vida a partir del reino abiótico de
la química y la física. Para 1936, sus ideas ya habían sido
aceptadas en el mundo entero.
La hipótesis de Oparin principia con el origen de la
Tierra hace unos 4600 millones de años. Es casi seguro
que la atmósfera primitiva era reductora, quizá con altas
concentraciones de metano (CH4), vapor de agua (H2O),
amoniaco (NH3) y algo de hidrógeno (H2). Una atmósfera
de esa naturaleza debió promover la síntesis química.
Conforme la Tierra se enfrió, buena parte del vapor se
condensó para formar los mares primitivos. Las turbulencias atmosféricas ocurridas durante el periodo de enfriamiento debieron producir violentas tormentas eléctricas.
La energía de los relámpagos, aunada al calor que surgía
del interior del planeta y a las radiaciones ultravioleta provenientes del Sol, produjo una variedad de sustancias
orgánicas sencillas en la atmósfera, las cuales se acumularon en poco tiempo en los mares primitivos. Puesto
que: 1) no había seres vivos que pudieran degradar esas
sustancias orgánicas y 2) la atmósfera promotora seguía
sintetizando ininterrumpidamente moléculas ricas en
energía, los mares debieron acumular esas moléculas
hasta que adquirieron las características de una diluida
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sopa caliente (metáfora propuesta por J. B. S. Haldane).
Los mares debieron recibir una constante aportación de
nuevas moléculas orgánicas, ya que en la tierra en enfriamiento debieron ocurrir torrenciales tormentas eléctricas durante muchos miles de años.
La siguiente etapa fue crucial para la hipótesis de
Oparin. Las sustancias orgánicas de los mares fueron
concentrándose cada vez más, lo que les permitió formar
moléculas cada vez más grandes y de mayor complejidad espacial (estructural), es decir, coloides con propiedades especiales de carga eléctrica, capacidad de
absorción, posibilidad de replicarse e incluso la capacidad de dividirse al llegar a ciertas dimensiones. Oparin
dio el nombre de coacervados a esos coloides específicos de gran complejidad organizacional. Los coacervados adquirían forma de gota gracias a que los
rodeaba una "jaula" de moléculas de agua perfectamente
ordenadas. Por consiguiente, había una clara línea divisoria entre las moléculas de la gota y las del agua circundante. Las propiedades de absorción de los coacervados
hacían que estos crecieran, pero en última instancia debió formarse una membrana verdadera en la interfaz coacervado-agua, con lo cual aumentó la permeabilidad
selectiva de la pequeña gotita.
La mayor parte del trabajo experimental de Oparin
se relacionó con la exploración de las propiedades de los
coacervados y su posible participación en la evolución de
las primeras células vivas. En opinión de este científico,
desde las primeras etapas del desarrollo de la materia viva debió haber síntesis de proteínas a partir de aminoácidos. Dado que las proteínas pueden funcionar como
catalizadores, su formación debió ser un mecanismo que
promovió el establecimiento de un orden en las reacciones químicas, es decir, el surgimiento de un metabolismo
controlado. Desde l uego, Oparin no mencionó el probable
mecanismo de reproducción de esas complejas organizaciones de moléculas orgánicas, ya que en 1924 aún no
se sabía nada acerca de las funciones de los polinucleótidos. Con todo, es claro que la formación de esas moléculas portadoras de información es fundamental para
cualquier teoría acerca de la evolución gradual de la vida
a partir de sistemas abióticos más sencillos.
Stanley Miller dio apoyo experimental a la idea de
Oparin de que las condiciones y las moléculas inorgánicas simples de la atmósfera primitiva del planeta tenían
realmente la capacidad de combinarse para formar las
complejas moléculas orgánicas de los seres vivos. Miller,
quien fue discípulo del premio Nobel Harold Urey (University of Chicago), dispuso un aparato de Tesla que producía pequeñas descargas eléctricas en el interior de un
sistema cerrado que contenía metano, amoniaco, vapor
de agua y un poco de hidrógeno gaseoso. Los resultados de esa estimulación energética de una atmósfera parecida a la de la Tierra primitiva fueron asombrosos.
Se formaron diversas moléculas orgánicas entre las
que se destacaron cetonas, aldehídos y ácidos, pero lo