Origen de Ια vida
Es probable que el cosmos, integrado por todo aquello
que pertenece a la realidad, tuviera su origen hace unos
10 000 a 20 000 millones de años. La región específica
del cosmos en la que se encuentra nuestro planeta es el
universo denominado Vía Láctea. Por universo se entiende un conjunto formado por millones de estrellas,
aunque el vulgo suele aplicar este nombre al cosmos entero. El Sol es una estrella de medianas dimensiones situada aproximadamente a dos terceras partes de la
distancia entre el centro y la periferia de la Vía Láctea. El
Sol y sus satélites planetarios constituyen el sistema solar. La teoría más aceptada sobre el origen del cosmos
establece que éste surgió hace muchos millones de
años como resultado de una descomunal explosión
de materia densamente condensada: teoría del big bang
o de la gran explosión. (Otra teoría afirma que el cosmos
existe desde siempre en una forma muy semejante a la
que tiene ahora.) Los vestigios de esa antiquísima explosión se han estudiado mediante poderosos telescopios
que hoy día captan la luz emitida hace millones de años
por estrellas muy lejanas.
Quizá nuestro sistema solar surgió como una nube
giratoria de gases que acabaron por condensarse formando el Sol y los planetas. La Tierra debió iniciar su
existencia como una masa gaseosa, pero después de un
tiempo se formó un núcleo de metales pesados como el
níquel y el plomo. Por encima de ese núcleo hay un manto grueso y, finalmente, una corteza relativamente delgada que constituye la superficie del planeta. Una teoría
postula que en un principio la Tierra era fría, pero que se
calentó al generarse colosales fuerzas de compresión durante la sedimentación y la síntesis de los materiales del
núcleo. La radiactividad también produjo enormes cantidades de calor. Después de unos 750 millones de años,
la Tierra se enfrió lo suficiente para que se formara la actual corteza. Así, puede decirse que vivimos en un planeta
relativamente frío.
El universo en el cual vivimos no es el único en el
cosmos y se asemeja a otros tipos de universos. Asimismo, el Sol no es un tipo especial de estrella. Tampoco es
rara su posición y, en cuanto a dimensiones, cabe decir
que es de mediana a pequeña. El planeta Tierra es
más grande que Mercurio pero mucho más pequeño que
Júpiter o Saturno. En resumen, la vida ha surgido en circunstancias y en un medio cuyas propiedades ocupan un
intervalo intermedio. Sin embargo, las condiciones en la
Tierra son ideales para el desarrollo de la vida tal como la
conocemos. No es descabellado pensar que tales condiciones también existan en planetas de otros sistemas solares que no podemos observar con facilidad.
Todas las teorías científicas acerca del origen de la
vida exigen que la edad de la Tierra sea de varios miles
de millones de años. Se tienen pruebas que apoyan esa
suposición. Una de las líneas de evidencia se basa en la
observación de otros universos y en el estudio de las atmósferas de nuestros planetas vecinos. Otras pruebas se
apoyan en la medición de los tipos y proporciones de materiales radiactivos presentes en el universo, sobre todo
en nuestro planeta. Por ejemplo, Lord Rutherford creó
una técnica llamada del reloj radiactivo, la cual permitió
saber que la edad de las rocas de la corteza terrestre es
por lo menos de 2000 millones de años. Estudios más recientes en los que se midieron dos is ótopos del plomo
(206Pb y 207Pb) indican que, en promedio, la edad mínima
de la corteza es de 3350 millones de años. Todas estas
líneas de evidencia se basan en la tasa constante de degradación de los elementos radiactivos en su caída hacia
el siguiente elemento de una serie radiactiva. También
los océanos han aportado pruebas de la gran antigüedad
de la Tierra. Si se divide la salinidad actual de los mares
entre la tasa corregida de aportación salina de todos los
ríos del planeta, se llega a una cifra que sugiere
que los océanos tienen una edad mínima de varios miles
de millones de años. Por consiguiente, al menos se tiene
claro que la edad del planeta debe medirse en miles de
millones de años.
Son dos las principales teorías acerca del origen de
la vida. La teoría creacionista, basada en gran medida
en la narración bíblica del Génesis, afirma que la Tierra
no tiene más de 10 000 años de edad, que cada especie
fue creada por separado durante un breve lapso de
actividad divina ocurrido hace unos 6000 años y que cada especie tiende a mantener a través del tiempo su peculiaridad única y bien definida. El creacionismo
científico, un replanteamiento reciente de la teoría creacionista postulado por un grupo de geólogos e ingenieros