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324 BIOLOGÍA sociales. Al igual que las hormonas circulan dentro del individuo para ejercer un efecto de integración y regulación de las funciones internas, las feromonas pasan entre los individuos de un grupo y producen formas de conducta integradoras. Una de las primeras feromonas descubiertas fue el atrayente sexual de las hembras de ciertas polillas, gracias al cual los machos vuelan hacia la hembra. Como sucede con todas las feromonas, el atrayente sexual es una molécula orgánica relativamente pequeña que es transportada por el aire y muy eficaz, incluso en cantidades diminutas. En una especie de polillas basta que la hembra emita unas cuantas moléculas para atraer machos desde una distancia hasta de 1.5 km. La eficacia de la feromona depende de la sensibilidad olfatoria del individuo que la recibe. Se demostró que las feromonas también sirven como marcadores de límites territoriales, señales de peligro y reguladores del desarrollo de las castas entre los insectos sociales. Un caso particularmente interesante de función hormonal es la emanación "fúnebre" que desprenden las hormigas muertas o moribundas. Esta sustancia moviliza a las obreras circundantes y las hace expulsar del hormiguero al individuo moribundo, una conducta muy útil para mantener la salud y la limpieza de la colonia entera. Cuando se logró aislar esta feromona, al aplicársela a una obrera perfectamente sana las demás hormigas la transportaron hasta el exterior del hormiguero. La hormiga regresó al interior, pero de inmediato fue expulsada nuevamente. Después de varias tentativas infructuosas de reingreso, la hormiga experimental se dio por vencida. Esto prueba el alto grado de automaticidad de la conducta en las sociedades de insectos, lo que deja muy escaso margen para innovaciones o razonamientos. 24.7 DETERMINISMO BIOLÓGICO Y CONDUCTA En el contexto del presente capítulo, el determinismo biológico es una teoría que atribuye las principales características y patrones de conducta de cada organismo a la influencia genética. Por ejemplo, en el caso de las agrupaciones sociales de los insectos y los primates, esa teoría postula que los genes imponen importantes limitaciones a la conducta. Aunque se acepta que la experiencia y la cultura son influencias modificadoras, se considera que las interacciones sociales básicas son resultado de la selección evolutiva de programaciones genéticas. E. O. Wiison, un respetado experto en sociedades de insectos, propuso (Sociobioiogy, 1975) que la mejor manera de comprender la conducta es examinarla desde un punto de vista evolutivo. Según Wiison, incluso los aspectos de la sociedad humana que son estudiados tradicionalmente por sociólogos y politólogos (como la guerra, la estructura familiar y las normas ciudadanas), pueden comprenderse mejor como el resultado de la supervivencia diferencia! de ciertos genes. Esta extensión de la perspectiva biológica (evolutiva) hacia el terreno sociológico ha despertado una gran controversia. Si bien es cierto que puede haber flexibilidad en cuanto a la expresión individual de un determinado patrón hereditario, muchos críticos del determinismo biológico sostienen que la plasticidad (variabilidad) de nuestras instituciones sociales contradice el concepto de una selección de programas genéticos. También se ha criticado el corolario de esa teoría: si nuestro desarrollo es conducido y limitado por los programas genéticos seleccionados en el pasado, la capacidad de mejorar nuestros potenciales y talentos está igualmente limitada. Problemas resueltos 24.1 Se llama antropomorfismo a la inclinación por definir la realidad en términos de los conceptos y los deseos humanos. Por ejemplo, eso implica la adjudicación de sentimientos, pensamientos y móviles de acción humanos a otras especies animales que no pueden tenerlos. ¿De qué manera puede obstaculizar el antropomorfismo una investigación científica? La evaluación objetiva de una conducta en sí puede ser deformada si se proyecta sobre el acto una motivación humana. Es necesario recabar datos de una manera abierta e imparcial antes de efectuar la evaluación. De lo contrario, el mecanismo que produce las formas de conducta determinadas puede pasar inadvertido. Otra dificultad es el posible surgimiento de una posición prejuiciosa (moralista) cuando se estudia la conducta animal. Esto no sólo es injusto, sino que hace desmerecer la evaluación honesta de la conducta que se está estudiando. Asimismo, el antropomorfismo puede limitar el rigor ejercido en la búsqueda de explicaciones más adecuadas a los modelos no humanos. Sin embargo, esta postura científica de oposición al antropomorfismo no significa —como creen algunas personas mal informadas— que los posibles sentimientos o motivaciones en los que se basa la conducta animal no tengan nada en común con los de la conducta humana. Dicha postura no afirma nada en absoluto; se trata