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EL SISTEMA NERVIOSO 299 Fig. 22.7 Los cuatro lóbulos del cerebro y sus funciones. La parte más voluminosa y compleja del encéfalo anterior del ser humano es el cerebro. Este órgano se divide en dos hemisferios y posee una corteza externa formada por materia gris —delgada pero densa capa formada por cerca de 15 000 millones de somas neuronales y dendritas— y una capa interna más gruesa de fibras nerviosas mielinizadas blancas. Cada hemisferio se divide en cuatro lóbulos principales (Fig. 22.7). En la región posterior se encuentran los lóbulos occipitales, que reciben y analizan la información visual. En los lados inferiores del encéfalo se observan los lóbulos temporales, relacionados principalmente con el oído. En la región anterior están los lóbulos frontales, que regulan el control motor fino, incluso los movimientos necesarios para el habla, y sirven como centro de procesamiento inicial de ¡os estímulos sensoriales que van entrando. Por arriba de los lóbulos temporales y detrás de los frontales están los lóbulos parietales, que reciben los estímulos provenientes de los órganos sensoriales de la piel y nos permiten percatarnos de la posición de nuestro cuerpo. Los lóbulos frontales y parietales están divididos por una grieta (la cisura de Rolando) que corre de la parte superior de la cabeza hacia los lados. En ambos lados de esta cisura se encuentran unas bandas relativamente estrechas: el área motora del lóbulo frontal y el área sensorial del lóbulo parietal. Ya se tienen mapas muy p recisos de esas bandas y en los cuales se señalan las áreas que corresponden a regiones específicas del cuerpo. Por ejemplo, se sabe cuáles áreas específicas de la banda parietal derecha reciben la información sensorial proveniente del tobillo, la rodilla, los dedos del pie, etc. de la extremidad izquierda y cuáles segmentos de la banda frontal izquierda controlan el movimiento de la cadera, la pierna, el pie, etc. del lado derecho. Como podrá apreciarse, igual que ocurre con la mayoría de las funciones del encéfalo, cada lado del cuerpo se comunica con el lado opuesto del encéfalo y es controlado por él. Aunque los dos hemisferios cerebrales son funcionalmente semejantes, cada uno de ellos tiene cierta especialización. Por ejemplo, el habla y el razonamiento analítico se concentran en el hemisferio izquierdo, mientras que la percepción espacial se localiza principalmente en el hemisferio derecho. Quizá algunos caracteres aprendidos, por ejemplo ser zurdo, se localicen en ambos lados y sólo varíen conforme a la experiencia del individuo. Los dos hemisferios se comunican por medio del cuerpo calloso, una región intermedia que permite el paso de la información recibida en un hemisferio hacia el otro. Los centros encefálicos situados en el tallo parecen estar conectados en forma permanente desde que se nace, de modo que su capacidad para formar nuevas conexiones (sinapsis) es muy limitada. Sin embargo, las neuronas situadas en la corteza, sobre todo las de la superficie de la neocorteza (la región de evolución más reciente), son muy flexibles en cuanto a formación de nuevas sinapsis. Hay una variedad de datos sensoriales que ingresan en el encéfalo y que no son canalizados simplemente como respuestas motoras. Esta información reverbera dentro de circuitos centrales y es almacenada en las áreas de asociación de los lóbulos parietales. En el proceso pueden formarse nuevas sinapsis. El almacenamiento no siempre se realiza en una sola región. Por consiguiente, las áreas auditiva y del habla del lóbulo temporal pueden interactuar con el área de asociación visual del lóbulo occipital para producir un solo registro