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298 BIOLOGÍA Fig. 22.6 El encéfalo humano (corte medio longitudinal). somas neuranales que inervan una parte común del cuerpo). Toda la comunicación entre el encéfalo y la médula espinal pasa por el bulbo raquídeo. 2) El puente de Varollo se encuentra encima del bulbo raquídeo, contiene los fascículos (haces longitudinales de fibras mielinizadas) que corren entre el cerebro y la médula espinal y también recibe los fascículos provenientes de los nervios craneales (12 pares de nervios sensoriales, motores y mixtos que comunican el cerebro y diversos órganos sin pasar por la médula espinal). Por otra parte, el puente también coordina las funciones del encéfalo anterior con las del cerebelo. 3) El cerebelo está situado detrás del bulbo raquídeo y controla el equilibrio y la coordinación muscular. El encéfalo medio se ubica entre el encéfalo posterior y el encéfalo anterior, de modo que los conecta. Aquí se procesa la información visual y auditiva proveniente de ojos y oídos antes de ser enviada al encéfalo anterior; esta región también se relaciona con los patrones conductuales de los vertebrados inferiores. El encéfalo anterior del ser humano es el más evolucionado. Ya se estudió una de sus principales estructuras: el hipotálamo. Aparte de tener funciones hormonales, el hipotálamo controla parámetros fisiológicos tan importantes como el ritmo cardiaco, la presión arterial y la temperatura del cuerpo, además de algunos impulsos fundamentales como el hambre, la sed, el sexo y la ira. Encima del hipotálamo se encuentra el télame Se trata de una de las serie de núcleos cerebrales denominados colectivamente ganglios básales. Este órgano establece conexiones entre muchas partes del encéfalo y entre éste y el sistema sensorial. Quizá también sea la base física de ciertos estados de ánimo y sentimientos primitivos. Entre el tálamo y el encéfalo medio se encuentra la formación reticular, una región ramificada de núcleos íntimamente asociados con fascículos sensoriales ascendentes de gran importancia. Esta estructura modula los impulsos que corren por esos fascículos y los conduce hacia las áreas corticales superiores, pero lo hace de tal manera que controla el grado de excitación o de alerta del individuo. Es decir, nuestra capacidad para mantenernos alerta y responder a estímulos externos depende en buena medida de la formación reticular. Aunque es probable que el sueño dependa de centros ubicados en el encéfalo medio, como el bulbo raquídeo y el puente de Varolio, la formación reticular desempeña una función permisiva al prolongar los estados de sueño. El tálamo, el hipotálamo y parte de la corteza cerebral constituyen el sistema límbico, un conjunto de núcleos relacionados al parecer con ciertos ajustes burdos del afecto (estado emocional). Es probable que aquí se originen la depresión y la euforia. Entre los núcleos que integran el sistema cabe mencionar el hipocampo (que quizá sea indispensable para la memoria a corto plazo), la amígdala (relacionada con la ira) y la circunvolución cingulada de la corteza cerebral. La estrecha yuxtaposición del nervio olfatorio y la amígdala sugiere que el olfato tiene influencia sobre el estado de ánimo y las emociones. Es probable que el sistema límbico también interactúe con la formación reticular para seleccionar los objetos individuales hacia los cuales dirige su atención el organismo.