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BIOLOGÍA
Fig. 18.1 Estructura de un anticuerpo
tipos de antígenos a los que está expuesta una persona
durante su vida.
Cada anticuerpo tiene dos sitios de fijación para el
antígeno: las dos hendiduras formadas por la asociación
de las cadenas pesadas y ligeras. La abertura de cada
una de esas hendiduras se localiza en el extremo NH2
(cabeza), el cual contiene las secuencias variables. Dichas secuencias producen conformaciones únicas en los
anticuerpos, de modo que cada anticuerpo posee una
hendidura en la que encaja un antígeno específico. En la
actualidad se sabe que no es necesaria la participación
de todo el antígeno en el proceso de fijación; más bien,
una pequeña porción de éste, llamada determinante antigénico, encaja en la hendidura del anticuerpo. A su
vez, la hendidura no sólo se debe a la secuencia primaria de aminoácidos de los sitios variables, sino que también depende de los complejos patrones de plegamiento
de las cadenas ligeras y pesadas.
Un antígeno, sobre todo si es complejo, puede
reaccionar con más de un anticuerpo, aunque estos casos son excepcionales. Asimismo, los antígenos que
reaccionan inicialmente con los anticuerpos para estimular la proliferación de los linfocitos deben ser moléculas
grandes. Después puede bastar con el determinante antigénico para que la respuesta inmune prosiga.
En los seres humanos se han encontrado cinco tipos de anticuerpos. El grupo de inmunoglobulinas más
común es el de las gammaglobulinas (IgG). La IgM es
el primer grupo que aparece en el momento de una infección, pero estos anticuerpos tienen una tasa de conversión muy rápida y no persisten en altas concentraciones.
Las lágrimas, la saliva y hasta la leche contienen IgA, un
tercer grupo, cuya función es mantener controlada la proliferación bacteriana en las estructuras en las que hay
esas secreciones. La IgD suele estar asociada con la superficie de los linfocitos B, aunque ahora se desconoce
su función. Al fijarse a su antígeno, la IgE hace que las
células cebadas secreten histamina. Esta clase de anticuerpos también participa en la lucha del organismo contra los parásitos y además interviene en las reacciones
alérgicas.
Los anticuerpos son el arma principal de la respuesta humoral. Pueden atacar en forma directa al organismo o la molécula antigénica, pero también pueden
activar sistemas relacionados con ellos para que ataquen
al invasor.