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230 BIOLOGÍA depende de la presión hidráulica en el grifo y de la resistencia que ofrece dicha manguera al paso de agua a todo lo largo y en su extremo. Si la boquilla de la manguera está constreñida la presión hidrostática se eleva. Del mismo modo, si la manguera se dobla la resistencia al flujo aumenta marcadamente y, por tanto, también se incrementa la presión. E! flujo y la presión sanguíneas no son uniformes, ya que el ventrículo izquierdo del corazón, encargado del bombeo sistémico, se contrae (sístole) y se relaja (diástole) alternativamente. La presión arterial alcanza su nivel más alto durante la sístole ventricular y su nivel más bajo durante la diástole. Este fenómeno se expresa clínicamente como dos presiones, por ejemplo, 120/80. La presión sistólica normal de un adulto joven es de 120, en tanto que el valor de 80 corresponde a su presión diastólica. Si las arterias fueran rígidas, la presión sanguínea descendería a cero durante la diástole ventricular y se elevaría rápidamente a niveles muy altos durante la sístole. Muy probablemente, esos cambios alternantes tan bruscos de la presión sanguínea afectarían la integridad de las paredes arteriales y además provocarían sobreesfuerzos mecánicos en todo el sistema circulatorio. Afortunadamente, la elasticidad de las arterias permite que éstas se dilaten durante la sístole, lo cual hace que se modere la elevación de la presión. Y lo que es aun más importante, las arterias que se dilataron durante la sístole ventricular regresan a su estado normal durante la diástole ventricular. Esto mantiene la presión y el flujo ininterrumpido dentro de los vasos. Se necesita un grado mínimo de resistencia continua en las arteriolas para mantener la presión dentro de los límites debidos al estiramiento y la contracción arteriales. Durante el paso de la sangre del ventrículo hacia la aorta y luego a través de todo el sistema arterial, una ola de dilatación (expansión) recorre linealmente los vasos sanguíneos y va seguida de inmediato por una ola de contracción. Estas contracciones y dilataciones alternantes constituyen el pulso y pueden palparse colocando un dedo encima de una arteria cercana a la piel. De hecho, el pulso es una medida de! ritmo cardiaco. La contracción de las arteriolas es un factor significativo en la regulación de la presión sanguínea. Recuérdese que al aumentar el gasto cardiaco, sea por aumento del gasto sistólico o de la frecuencia cardiaca, también se eleva la presión. Con pocas excepciones, el aumento de la estimulación simpática constriñe las arteriolas en la entrada de la mayoría de los lechos capilares y reduce el flujo de sangre a través de ellos. Esto da por resultado un aumento de la resistencia al flujo, lo que provoca a su vez una elevación de la presión sanguínea. La aplicación directa de las sustancias neurohumorales noradrenalina (norepinefrina) o adrenalina (epinefrina) produce resultados semejantes. En la hipertensión esencial, consistente en una alta presión sanguínea generalizada cuya causa no son ni enfermedades renales ni otras patologías específicas, se manifiesta una continua contracción de las arteriolas debida probablemente a un desequilibrio neurohumoral causado por factores físicos o por estreses psíquicos. Muy a menudo, el tratamiento con drogas antihipertensoras o con diuréticos (agentes que promueven la eliminación de agua) tiene resultados positivos al disminuir la presión y aminorar el riesgo de sufrir la ruptura de un vaso sanguíneo en el encéfalo (apoplejía; también llamada accidente vascular cerebral) o un ataque cardiaco. Se habla de hipertensión cuando se registra una presión sistólica de más de 150 o una presión diastólica de más de 95 mm de mercurio (Hg). En general, se considera que una presión diastólica elevada, sobre todo cuando es de más de 100, representa una grave amenaza para la salud. Esto se debe a la prolongada duración de la diástole en el ciclo cardiaco. La presión arterial diferencial se define como la diferencia entre las presiones sistólica y diastólica. Una presión arterial diferencial elevada puede ser un factor que aumente el riesgo de apoplejía, especialmente en situaciones en las que las arterias están esclerosadas. La constricción o dilatación de ciertas arteriolas también sirve para desviar la sangre hacia un área en particular o para extraerla de ella. La acción de la estimulación parasimpática sobre las arteriolas del pene sirve para dilatarlas, de modo que ese órgano se congestiona con sangre y se pone erecto. La producción local de COZ durante la contracción muscular induce activamente una vasodilatación en esa región, lo cual garantiza que reciba un suministro adecuado de materiales. Los diversos componentes vasculares que en las diferentes partes del cuerpo intervienen en el sostenimiento de la presión sanguínea son coordinados por un centro vasomotor ubicado en el bulbo raquídeo. Se recordará que fue Claude Bernard quien descubrió los nervios vasomotores, los cuales inervan los músculos de las pequeñas arterias y arteriolas para producir vasoconstricción o vasodilatación. Asimismo, dentro del bulbo raquídeo se localizan los centros cardioacelerador y cardioinhibidor, los cuales afectan la presión al influir sobre el corazón. 17.5 CONSTITUYENTES DE LA SANGRE Y LA LINFA La sangre es un tejido formado por plasma líquido (55 %), cuyo principal componente es agua, y células flotantes (45 %). En el plasma abundan proteínas disueltas, lípidos y carbohidratos. La linfa es muy parecida al plasma, pero menos concentrada. La sangre, la linfa y otros líquidos que bañan a los tejidos constituyen una quinta parte del peso total del cuerpo; tan sólo la sangre