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HOMEOSTASIS 199 uno de los más importantes avances evolutivos en cuanto se refiere al éxito en la conquista del medio terrestre. Durante los largos periodos invernales de las regiones boreales y australes del planeta, un sapo o una salamandra quedan metabólicamente inmóviles mientras que, por el contrarío, la mayoría de los mamíferos y las aves conservan la libertad de seguir activos gracias a su temperatura corporal interna de 37 a 40°C. Un beneficio adicional derivado de la independencia de los homeotermos se relaciona directamente con su mantenimiento de temperaturas internas bastante altas. Desplazarse en el medio terrestre árido o en el aire sin disponer del soporte que brinda la fuerza de flotación del agua tiene un alto precio energético. Las temperaturas corporales relativamente altas y constantes de los homeotermos sostienen una tasa metabólica activa que produce grandes cantidades de energía. Esta energía es canalizada hacia las arduas tareas de obtención de alimento, selección de pareja, mantenimiento de la seguridad individual, etc. La principal fuente de calor de los animales es la contracción muscular. Cuando el músculo se contrae, hasta un 30% de la energía proveniente de la degradación de sus combustibles se transforma en energía mecánica de contracción, mientras que el 70% restante se convierte en calor. A pesar de ello, puede decirse que éste es un proceso muy eficiente, ya que incluso los motores de vapor, considerados eficientes en extremo, tienen una eficiencia cercana apenas al 25%. Por otra parte, el calor, considerado una pérdida energética en el caso de los motores mecánicos, es la energía necesaria para el aparato homeostático de los homeotermos. Existen mecanismos homeostáticos de control de temperatura en muchos niveles. Quizá el mecanismo de enfriamiento corporal que con más frecuencia se pasa por alto es la conducta consistente en alejarse de la fuente de calor. Cuando el clima es muy caluroso, los mamíferos procuran la sombra. O como lo expresa un dicho: "sólo los perros locos y los ingleses salen a pasear bajo los rayos del sol de mediodía". Además reducen considerablemente su actividad física. Puesto que la contracción muscular es una de las principales fuentes de calor de los animales, la supresión de la actividad física es fundamental para impedir que la temperatura siga elevándose. Una tercera respuesta etológica (conductual) sería la elección de vestimenta que por su holgura y color (el blanco refleja la luz y el calor) ayude a disipar el calor. El cuerpo pierde calor a través de la superficie, de modo que es necesario conducirlo a la superficie para disiparlo. La sangre transporta una gran cantidad del calor del cuerpo. En condiciones de sobrecalentamiento, los receptores de la piel y ciertas estructuras internas activan circuitos de retroalimentación que dilatan los vasos sanguíneos de la superficie de la piel, con lo cual empieza a fluir un mayor volumen de sangre hacia la superficie. Al mismo tiempo, la sangre de retorno es desviada hacia venas más superficiales para que siga enfriándose. Por tanto, el calor se pierde a través de tres rutas físicas. Puede disiparse por radiación, durante la cual las ondas de energía electromagnética se dispersan a través del aire circundante alejándose del cuerpo. También hay pérdida por conducción, fenómeno que implica la transferencia de calor por contacto directo con el aire o con el agua más fríos. Por último, puede perderse calor por convección, mecanismo durante el cual las corrientes de aire o agua que pasan continuamente sobre la piel arrastran c onsigo el calor que está perdiendo el interior del cuerpo. Si la disipación de calor no basta para mantener una temperatura constante, las glándulas sudoríparas secretan un líquido salado (sudor) en copiosas cantidades. En los seres humanos, las glándulas sudoríparas están profusamente dispersas por toda la piel, de modo que pueden producirse grandes cantidades de sudor si las necesidades de enfriamiento así lo dictan. Como se explica en el capítulo 2, la vaporización del sudor ocasiona un efecto masivo de enfriamiento, ya que se absorben 540 cal durante la evaporación de cada gramo de agua en estado líquido. Obviamente, cuando el aire está saturado de vapor de agua, no puede haber más evaporación y este mecanismo de enfriamiento queda anulado. A esto se debe que nos sintamos tan incómodos en los días calurosos y húmedos, cuando la sudoración no produce su refrescante efecto evaporativo. En ciertos animales —por ejemplo, el perro—, la lengua y otras estructuras bucales son un importante aparato de enfriamiento por evaporación. Al jadear, el perro aumenta la tasa de intercambio entre las superficies húmedas de sus membranas y el aire, incrementando así el efecto refrigerante. Las ratas y los ratones, que tienen muy pocas glándulas sudoríparas en la piel, se lamen unos a otros para aumentar los efectos del enfriamiento evaporativo. Ambas formas de conducta, es decir, jadear y lamerse, aumentan en frecuencia al elevarse la temperatura. Esto sugiere, desde luego, que el probable origen de esas respuestas es la homeostasis térmica. Muchos de los mecanismos de calefacción corporal son exactamente inversos a los mecanismos de enfriamiento; sin embargo, algunos de ellos pertenecen exclusivamente al proceso de calefacción. Los mamíferos poseen un mecanismo que les permite incrementar el espesor de su pelaje. Dicho mecanismo se llama piloerecclón y consiste en levantar cada uno de los pelos como resultado de la contracción de los músculos piloerectores presentes en la base de estos, El frío y ciertas reacciones emocionales como el miedo provocan piloerección; a eso se debe que uno sienta que la piel del cuello le "hormiguea" al escuchar una historia de espantos. Los gatos tienen aspecto amenazador y parecen ser de mayor tamaño cuando se les eriza el pelaje. Gracias a la