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INTERACCIONES DE LAS PLANTAS VASCULARES CON SU AMBIENTE La principal auxina natural de las plantas el es écldo indolacético (IAA, del inglés indoleacetic acid): Aunque hay otras sustancias, como el ácido hidroxiindolacético, que han sido asociadas con las acciones auxínicas, aún persiste la duda de si dichas sustancias se convierten en IAA y por eso tienen acción hormonal. La auxinas son muy importantes en una amplia variedad de formas de comportamiento y patrones de crecimiento de las plantas. Participan en: 1) la supresión de las yemas laterales del tallo, 2) el desarrollo de los sistemas radicular y aéreo, 3) el crecimiento de los frutos, 4) la caída de hojas y frutos (abscisión), 5) la división de las células del cambium y 6) el desarrollo de estructuras nuevas, como las raíces adventicias. Las auxinas ejercen sus efectos al presentarse en distintas concentraciones. Las concentraciones de auxina que estimulan el desarrollo de la parte aérea de la planta pueden ser muy diferentes de las concentraciones necesarias para la raíz. En algunos casos, la ausencia de auxina puede tener también un efecto determinado. Hace más de 40 años, las sustancia s de tipo auxina se producían en calidad de herbicidas. Esos compuestos actuaban principalmente sobre las malezas de hoja ancha y no destruían los pastos ni los cultivos agrícolas ordinarios. Su empleo para destruir las selvas en Vietnam se transformó en un tema muy controvertido cuando algunos científicos afirmaron que los herbicidas (p. ej., el Agent Orange y otros) provocaban cáncer y otras enfermedades de ese tipo en las poblaciones humanas expuestas a ellos. En las concentraciones usadas, esos herbicidas favorecen un crecimiento exagerado de la maleza y, finalmente, su muerte. Hasta la fecha se ignoran sus mecanismos de acción. Las citocininas son una clase de hormonas que estimulan la división celular en las plantas. Estas sustancias interactúan con las auxinas para determinar la diferenciación de los tejidos meristemáticos. Las citocininas son necesarias para la formación de organelos como los cloroplastos y quizá participen también en la floración, el desarrollo de los frutos y el rompimiento de la latericia de las semillas. Las citocininas fueron descubiertas en los laboratorios de cultivo de tejidos de Folje Skoog y colaboradores, en la University of Wisconsin. Originalmente fueron aisladas como productos de la degradación de los ácidos nucleicos de las plantas. En 1964, un equipo dirigido por el doctor D. S. Letham de Nueva Zelanda aisló de la semilla 187 de maíz la zeatina, compuesto al que actualmente se considera la verdadera citocinina activa. Aunque las citocininas trabajan junto con las auxinas, parece que su efecto se relaciona con la división celular, mientras que las auxinas parecen provocar elongación de las células individuales, principalmente a través del efecto que ejercen sobre la pared celular. Las giberelinas son otra clase de hormonas presentes en las plantas. Asociadas originalmente con un hongo (Gibberella fujikuroi) que hacen que las plantas de arroz alcancen estaturas extraordinariamente grandes, ahora se han descubierto otras giberelinas en los propios tejidos de las plantas. Los japoneses, que a finales del siglo pasado fueron los primeros en notar lo que llamaron "enfermedad de las plantas tontas", han estudiado muy a fondo los efectos de las giberelinas sobre el crecimiento vegetal. Uno de los hechos más interesantes es que el marcado incremento de longitud del tallo asociado con esta clase de hormonas se puede apreciar mejor en las variedades enanas de las plantas. Debido a que en la revolución verde (un gran cambio ocurrido en las prácticas agrícolas de los países subdesarrollados encaminado a mejorar los rendimientos a través del uso de semillas mejoradas, fertilización del suelo con productos sintéticos y aplicación de plaguicidas en gran escala) se había insistido mucho en el uso de las cepas enanas del arroz y de otros cultivos básicos, las giberelinas pueden ser particularmente interesantes para las sociedades que dependen de estas innovaciones. Además de aumentar la estatura de la planta, las giberelinas también pueden alterar su vigor y su rendimiento nutritivo. Como en el caso de las auxinas, los efectos de las giberelinas no se confinan a su influencia primaria sobre la elongación celular. También influyen sobre la formación de enzimas que hidrolizan el almidón, pueden romper la latencia de las semillas y provocar la formación de flores en condiciones que, en su ausencia, no producirían floración. Si bien es cierto que pueden mejorar la calidad de algunas plantas comercialmente útiles, su efecto sobre el vigor de la planta se considera negativo en general y esto limita sus aplicaciones agrícolas. Las giberelinas se sintetizan de una manera muy parecida a como se forman las hormonas esferoides de los vertebrados. Por su estructura se parecen a los esferoides sexuales y puede decirse que su acción en fundamentalmente paralela. Atraviesan las membranas celulares con facilidad debido a que son solubles en lípidos y, al parecer, actúan activando genes específicos (desrepresión). Uno de sus principales efectos es la inducción de la actividad de las enzimas que degradan el almidón de la semilla. El etileno es una hormona muy especial debido a que existe en forma gaseosa y no líquida. Esta hormona se relaciona en general con una maduración relativamente rápida de la fruta. La propia planta la sintetiza,