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166 BIOLOGÍA colocación con cuidado, de modo que haya un bloqueo total del orificio del útero. Con este método no se presentan efectos secundarios. Existen pruebas estadísticas en contra de métodos como el uso de espumas vaginales, coito interrumpido, ritmo (se evita el coito en los días cercanos al momento de probable ovulación, que es cuando existe riesgo de embarazo) y la ducha vaginal. Hay un viejo chiste que podría aplicarse a cualquiera de estas técnicas: "¿Cómo se les dice a las personas que usan el ritmo como método de control natal?" Respuesta: "¡Papas!". Se siguen realizando alentadoras investigaciones encaminadas al desarrollo de un anticonceptivo masculino basado en la inyección de derivados de la testosterona. Éste método evita la producción de espermatozoides. Además es un procedimiento que no requiere interferencias mecánicas durante el coito. En algunos países comunistas se utiliza como medio para limitar el tamaño de la población un programa de aborto inducido, intervención directa que tiene como finalidad suspender el embarazo. El aborto también es muy común en occidente, pero al menos en Estados Unidos se ha levantado una creciente oposición basada en las enseñanzas de la iglesia católica, lo que ha conducido a una reconsideración jurídica de la práctica legal del aborto en ese país. EJEMPLO 7 Ciertos temas de controversia, como el aborto y el grado en que es correcto aplicar medidas extremas para postergar la muerte de enfermos desahuciados, han despertado el interés del público por saber cuándo comienza realmente la vida y cuándo puede pensarse que ha llegado su fin. En la teología católica, la vida empieza cuando el espermatozoide penetra en el óvulo, pero para otros grupos religiosos ésta se inicia en el momento del nacimiento. Esto, obviamente, se relaciona con la controversia acerca del aborto. La calidad de la vida también ha sido examinada y algunos expertos religiosos aseveran que la mera posesión de funciones vegetativas, sin manifestación alguna de sentimientos y pensamientos, no justifica el mantenimiento artificial de la respiración, la circulación, etc. 12.6 PREFERENCIA SEXUAL La libido o urgencia sexual es una propensión generalizada a realizar actividades que reduzcan la tensión, lo cual puede expresarse de diversas maneras. Es muy probable que la constitución genética, junto con la educación y las experiencias tempranas del individuo, determinen las preferencias sexuales de éste. Con frecuencia se habla de que el coito heterosexual es la expresión natural de las energías sexuales, pero también existen otras alternativas. Entre ellas están la masturbación (autoestimulación hasta alcanzar el clímax sexual), la homosexualidad (en que los dos participantes son del mismo sexo), la bestialidad (actividad sexual con animales) e incluso la abstinencia (omisión total de la actividad sexual). En muchas sociedades se condenan severamente algunas de estas prácticas o todas ellas. En otros mamíferos también se observan masturbación y actividad homosexual, sobre todo en condiciones de estrés. En uno de los primeros estudios sobre la actividad sexual de los varones (a finales de la década de 1940), Alfred Kinsey y sus colaboradores descubrieron que existe una gran variación, tanto en la naturaleza del desfogue sexual escogido como en el grado de actividad sexual realizada. Mientras que ciertas funciones fisiológicas, como la presión sanguínea y la concentración de azúcares en la sangre, se ajustan a parámetros definidos en los individuos sanos, la actividad sexual elude el establecimiento de normas. La población experimental citó repetidamente un mínimo de seis clases diferentes de desfogue sexual, diversidad muy difícilmente admitida en esa época de intolerancia hacia bs aventureros sexuales. 12.7 DISFUNCIÓN SEXUAL La satisfacción sexual y el éxito reproductivo dependen por igual de varios niveles funcionales. Para que un varón sexualmente excitado pueda llevar a cabo el coito, es indispensable que logre una erección. La imposibilidad de lograr o mantener la erección se denomina Impotencia. Si bien es cierto que todos los hombres pueden sufrir periodos temporales de impotencia, hay preocupación médica en los casos de pérdida prolongada de la potencia sexual en ausencia de enfermedades debilitantes. En la mayoría de los casos, la impotencia tiene una causa psicogénica, es decir, una respuesta a conflictos emocionales o a una confusión psíquica. Dado que el sexo es una de varias funciones vegetativas (como comer y dormir) que exponen al organismo a peligros externos, cualquier indicio de amenaza a la integridad y la seguridad suprime esas funciones "de lujo" en tanto el organismo se prepara para "luchar o correr." Esta preparación para enfrentar el peligro se encuentra bajo el control del sistema nervioso simpático (Cap. 15) y por lo general anula las funciones vegetativas. De esta manera, en el sutil complejo de reacciones englobadas por la respuesta sexual, cualquier amenaza incluso imaginaria o proyectada, consciente o no, puede interferir en la realización de la actividad sexual. Sin embargo, no debe desecharse la posibilidad de una disfunción orgánica como causa del problema. La imposibilidad de ser un padre biológico se llama esterilidad. Un varón estéril no produce espermatozoides o bien produce demasiado pocos como para que alguno de ellos pueda penetrar en un óvulo viable en el