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BIOLOGÍA
colocación con cuidado, de modo que haya un bloqueo
total del orificio del útero. Con este método no se presentan efectos secundarios.
Existen pruebas estadísticas en contra de métodos
como el uso de espumas vaginales, coito interrumpido,
ritmo (se evita el coito en los días cercanos al momento
de probable ovulación, que es cuando existe riesgo de
embarazo) y la ducha vaginal. Hay un viejo chiste que
podría aplicarse a cualquiera de estas técnicas: "¿Cómo
se les dice a las personas que usan el ritmo como método de control natal?" Respuesta: "¡Papas!".
Se siguen realizando alentadoras investigaciones
encaminadas al desarrollo de un anticonceptivo masculino basado en la inyección de derivados de la testosterona. Éste método evita la producción de espermatozoides.
Además es un procedimiento que no requiere interferencias mecánicas durante el coito.
En algunos países comunistas se utiliza como medio para limitar el tamaño de la población un programa de
aborto inducido, intervención directa que tiene como finalidad suspender el embarazo. El aborto también es
muy común en occidente, pero al menos en Estados Unidos se ha levantado una creciente oposición basada en
las enseñanzas de la iglesia católica, lo que ha conducido
a una reconsideración jurídica de la práctica legal del
aborto en ese país.
EJEMPLO 7 Ciertos temas de controversia, como el
aborto y el grado en que es correcto aplicar medidas extremas para postergar la muerte de enfermos desahuciados,
han despertado el interés del público por saber cuándo comienza realmente la vida y cuándo puede pensarse que ha
llegado su fin. En la teología católica, la vida empieza cuando el espermatozoide penetra en el óvulo, pero para otros
grupos religiosos ésta se inicia en el momento del nacimiento. Esto, obviamente, se relaciona con la controversia acerca
del aborto. La calidad de la vida también ha sido examinada
y algunos expertos religiosos aseveran que la mera posesión
de funciones vegetativas, sin manifestación alguna de sentimientos y pensamientos, no justifica el mantenimiento artificial de la respiración, la circulación, etc.
12.6 PREFERENCIA SEXUAL
La libido o urgencia sexual es una propensión generalizada a realizar actividades que reduzcan la tensión, lo cual
puede expresarse de diversas maneras. Es muy probable
que la constitución genética, junto con la educación y las
experiencias tempranas del individuo, determinen las preferencias sexuales de éste. Con frecuencia se habla de
que el coito heterosexual es la expresión natural de las
energías sexuales, pero también existen otras alternativas. Entre ellas están la masturbación (autoestimulación
hasta alcanzar el clímax sexual), la homosexualidad (en
que los dos participantes son del mismo sexo), la bestialidad (actividad sexual con animales) e incluso la abstinencia (omisión total de la actividad sexual). En muchas
sociedades se condenan severamente algunas de estas
prácticas o todas ellas. En otros mamíferos también se
observan masturbación y actividad homosexual, sobre todo en condiciones de estrés.
En uno de los primeros estudios sobre la actividad
sexual de los varones (a finales de la década de 1940),
Alfred Kinsey y sus colaboradores descubrieron que existe una gran variación, tanto en la naturaleza del desfogue
sexual escogido como en el grado de actividad sexual realizada. Mientras que ciertas funciones fisiológicas, como
la presión sanguínea y la concentración de azúcares
en la sangre, se ajustan a parámetros definidos en los individuos sanos, la actividad sexual elude el establecimiento de normas. La población experimental citó
repetidamente un mínimo de seis clases diferentes de
desfogue sexual, diversidad muy difícilmente admitida
en esa época de intolerancia hacia bs aventureros
sexuales.
12.7
DISFUNCIÓN SEXUAL
La satisfacción sexual y el éxito reproductivo dependen
por igual de varios niveles funcionales. Para que un varón sexualmente excitado pueda llevar a cabo el coito, es
indispensable que logre una erección. La imposibilidad
de lograr o mantener la erección se denomina Impotencia. Si bien es cierto que todos los hombres pueden sufrir
periodos temporales de impotencia, hay preocupación
médica en los casos de pérdida prolongada de la potencia sexual en ausencia de enfermedades debilitantes. En
la mayoría de los casos, la impotencia tiene una causa
psicogénica, es decir, una respuesta a conflictos emocionales o a una confusión psíquica. Dado que el sexo es
una de varias funciones vegetativas (como comer y dormir) que exponen al organismo a peligros externos, cualquier indicio de amenaza a la integridad y la seguridad
suprime esas funciones "de lujo" en tanto el organismo se
prepara para "luchar o correr." Esta preparación para enfrentar el peligro se encuentra bajo el control del sistema
nervioso simpático (Cap. 15) y por lo general anula las
funciones vegetativas. De esta manera, en el sutil complejo de reacciones englobadas por la respuesta sexual,
cualquier amenaza incluso imaginaria o proyectada,
consciente o no, puede interferir en la realización de la
actividad sexual. Sin embargo, no debe desecharse
la posibilidad de una disfunción orgánica como causa del
problema.
La imposibilidad de ser un padre biológico se llama
esterilidad. Un varón estéril no produce espermatozoides o bien produce demasiado pocos como para que alguno de ellos pueda penetrar en un óvulo viable en el