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Emociones y relaciones íntimas: la conducta amorosa 97 turales que sutilmente se cuelan en los entresijos de las mentes infantiles explicitando cuándo, cómo, de quién y de quién no, puede uno enamorarse. Es en este terreno donde los medios de comunicación arrasan literalmente, influyendo en los futuros comportamientos amorosos de los niños y adolescentes, diferenciando artificialmente los modelos a seguir, masculinos y femeninos, y generando todo un conjunto de diferentes expectativas de rol que guían sutilmente los procesos de enamoramiento, elección de pareja, ruptura, etc. No hay más que dedicar unos minutos de atención a los culebrones televisivos, los concursos de parejas, las películas, etc. para ver reflejados en ellos y transmitidos desde esas privilegiadas fuentes emisoras los citados modelos de rol de género de unos y otras, quizá más crudamente los de ellas, pero también los de ellos» (Sangrador, 1993, pág. 185). En todo caso, para que se dé el enamoramiento tienen que cumplirse estas tres condiciones (Hatfield y Walster, 1981): a) La persona tiene que haber aprendido que el amor es una respuesta apropiada, lo que significa que en la cultura y en la sociedad en que vive debe aceptarse que hay un tipo de emoción que se llama amor, que le puede ocurrir a cualquier persona. Por ejemplo, en una cultura que considerara al amor como un estado de absoluta enajenación mental o de posesión demoníaca, sería menos probable el enamoramiento. De hecho, tal y como hoy lo entendemos es algo relativamente reciente y circunscrito a ciertas culturas. Muchos pueblos del Sur del Pacífico desconocían nuestra idea de caer repentinamente enamorados (Levy, 1973); b) la segunda condición necesaria para el enamoramiento es que aparezca una persona que reúna las características adecuadas para ser el objeto de nuestro amor. Estas características son fruto básicamente de nuestra historia y de nuestros aprendizajes, estrechamente vinculados, por otra parte, al contexto social; y c) para que haya enamoramiento ha de haber un estado de excitación emocional relacionado con la otra persona. Los factores cognitivos influyen en cómo hombres y mujeres interpretan sus sentimientos, pero para que se den esos sentimientos, las personas han de experimentar ciertas reacciones nerviosas y corporales. A estas tres condiciones, algunos autores añadirían una cuarta: la «necesidad psicológica» de amar, de forma que hay quienes afirman que estados de ánimo como el miedo o la inseguridad personal facilitan el enam ܘ[ZY[