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Cómo interpretamos la conducta social:… 49 ción de los pupitres, en filas, perjudica seriamente la participación, véase Ovejero, 1988a). Ahora bien, ¿por qué cometemos el error fundamental de atribución? ¿Por qué tendemos a subestimar los determinantes situacionales de la conducta de los demás pero no los de la propia conducta? Al parecer (Jones, 1976; Jones y Nisbett, 1978) tenemos una perspectiva diferente cuando observamos que cuando actuamos. En concreto, cuando actuamos, el ambiente domina nuestra atención, mientras que cuando observamos cómo actúa otra persona, esa persona es la que ocupa el centro de nuestra atención. Además, estamos en una cultura muy individualista e internalista. De hecho, en culturas menos individualistas la gente percibe con menos frecuencia a los demás en términos disposicionales (ZebrowitzMcArthur, 1988). Así, si se pide a estudiantes estadounidenses que se pregunten: «¿Quién soy yo?», responden: «soy sincero, confiado», etc., mientras que los japoneses tienden a responder: «Soy un estudiante de Keio» (Cousins, 1989). 2) Sesgo de autoservicio: si para explicar la conducta de los demás solemos utilizar el error fundamental de atribución, para explicar la nuestra solemos utilizar el sesgo de autoservicio. Desde hace tiempo los psicólogos vienen confirmando que nuestras ideas respecto a nosotros mismos afectan de una forma