Cómo interpretamos la conducta social:…
47
de la teoría atribucional de la motivación de Weiner. «Indefensión aprendida» es el término que Seligman y sus colaboradores acuñaron para referirse a las consecuencias que tiene el haber aprendido que uno no puede
controlar los acontecimientos. Dicho en otros términos, llamamos indefensión aprendida a la convicción de que no existe relación alguna entre nuestro esfuerzo para alcanzar una meta y el alcanzarla realmente. Seligman
había encontrado que cuando a unas ratas se les daba unas tareas que ellas
no podían realizar, aprendían a ser incapaces, de tal forma que cuando se
les daba después otras tareas que sí eran capaces de realizar, ya ni siquiera
lo intentaban. Este fenómeno fue comprobado después, repetidamente, en
seres humanos. De ahí que sea frecuente encontrar a personas, incluso
padres de familia, parados de larga duración, sentados todo el día en el
bar. Probablemente buscaron trabajo durante unos meses, día tras día, sin
ningún resultado. En seguida hicieron atribuciones causales inadecuadas
(«sin enchufe jamás encontraré trabajo...»), lo que les llevó a la indefensión
aprendida. Una consecuencia grave de la teoría de la indefensión aprendida
se refiere a la facilidad de generalización de la indefensión. Así, por ejemplo, un estudiante que no es capaz de aprobar las matemáticas debido a la
total incompetencia de su profesor pero que atribuye su fracaso a causas
internas («es que yo no valgo para las matemáticas»), es posible que
aprenda la indefensión y, lo que es más grave, la generalice a otros ámbitos
como puede ser la historia, el lenguaje, el inglés, etc., e incluso al ámbito
extraescolar.
Errores y sesgos atribucionales
Los modelos de atribución que hemos visto poseen, los tres, un serio
problema: que no siempre funcionan así en la vida cotidiana. Más aún, que
casi nunca se aplican a la vida cotidian