Conclusión: ¿qué es la psicología social?
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tra ocupación profesional, sin embargo «no estamos muy seguros de lo que la
expresión significa o cuáles son las demarcaciones que debemos asignar al
campo». No resulta fácil, pues, concretar el objeto de la psicología social. Con
mucha frecuencia se dice que es la interacción social, con lo que estoy totalmente de acuerdo, ya que es la interacción social la que articula las relaciones
entre el individuo y la sociedad, entre lo subjetivo y lo social o cultural. Sin
embargo, el problema estriba en qué entendamos por interacción social.
La interacción social no es un objeto, no es algo que encontremos
«ahí fuera», en la realidad, como algo no problemático, que espera que
desentrañemos su dinámica. La interacción social no es un objeto en el
sentido habitual del término, como una cosa, una parcela de la realidad,
acotada de modo más o menos preciso, con fronteras que supuestamente
la separan de otras facetas de la realidad a cuyo estudio se dedicarían
otras disciplinas. En realidad, la interacción social es un concepto que
utilizamos, tanto en las ciencias sociales como en la vida cotidiana, para
entender algunas facetas de la vida social y, como tal concepto, es una
herramienta susceptible de ser entendida de muy diversas formas. La
interacción social es, pues, un objeto de estudio teóricamente construido.
El concepto de interacción social que tenga el científico delimitará su
objeto, tanto desde un punto de vista ontológico, como epistemológico y
metodológico (Crespo, 1995, pág. 107).
Así, para el conductismo la interacción social no consiste sino en meros
estímulos y respuestas, sin intervención de conciencia o sujeto alguno, lo
que es, a mi juicio, totalmente inadmisible. En cambio, G. H. Mead ya
intentó explicar la conducta intencional, que no puede ser reducida a lo
meramente observable, como pretendía el conductismo. Más recientemente,
el construccionismo se centra en la actividad intencional del sujeto. Así,
Shotter (1980) señala que la psicología social se debe ocupar del mundo
social considerado como un mundo intencional, a diferencia de un mundo
mecanicista de objetos físicamente aislables, que caracterizaría a un enfoque
conductista. Muy próxima a los nuevos intereses y planteamientos de la psicología social está, como subraya Crespo, la obra de Habermas, especialmente su teoría de la acción comunicativa (1987), donde vincula significatividad y racionalidad, lo que le permite una explicación menos marcada por
el idealismo lingüístico que la que caracteriza a algunos construccionistas.
Es más, aunque venimos diciendo que es la interacción social nuestro
objeto de estudio, también tenemos que añadir, con Crespo, que
el objeto de estudio de la psicología social no es un objeto en el sentido
habitual de este término, como una cosa, una parcela de la realidad, acotada de modo más o menos preciso, con fronteras que supuestamente la
separan de otras facetas de la realidad a cuyo estudio se dedicarían otras
disciplinas. Es muy discutible que haya algún tipo de ciencias cuya delimitación se haga de este modo, con una especie de criterio geopolítico.
Éste es un criterio académico, para separar campos de influencia, pero no
es un criterio científico (Crespo, 1995, pág. 18).