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Conclusión: ¿qué es la psicología social? 451 tra ocupación profesional, sin embargo «no estamos muy seguros de lo que la expresión significa o cuáles son las demarcaciones que debemos asignar al campo». No resulta fácil, pues, concretar el objeto de la psicología social. Con mucha frecuencia se dice que es la interacción social, con lo que estoy totalmente de acuerdo, ya que es la interacción social la que articula las relaciones entre el individuo y la sociedad, entre lo subjetivo y lo social o cultural. Sin embargo, el problema estriba en qué entendamos por interacción social. La interacción social no es un objeto, no es algo que encontremos «ahí fuera», en la realidad, como algo no problemático, que espera que desentrañemos su dinámica. La interacción social no es un objeto en el sentido habitual del término, como una cosa, una parcela de la realidad, acotada de modo más o menos preciso, con fronteras que supuestamente la separan de otras facetas de la realidad a cuyo estudio se dedicarían otras disciplinas. En realidad, la interacción social es un concepto que utilizamos, tanto en las ciencias sociales como en la vida cotidiana, para entender algunas facetas de la vida social y, como tal concepto, es una herramienta susceptible de ser entendida de muy diversas formas. La interacción social es, pues, un objeto de estudio teóricamente construido. El concepto de interacción social que tenga el científico delimitará su objeto, tanto desde un punto de vista ontológico, como epistemológico y metodológico (Crespo, 1995, pág. 107). Así, para el conductismo la interacción social no consiste sino en meros estímulos y respuestas, sin intervención de conciencia o sujeto alguno, lo que es, a mi juicio, totalmente inadmisible. En cambio, G. H. Mead ya intentó explicar la conducta intencional, que no puede ser reducida a lo meramente observable, como pretendía el conductismo. Más recientemente, el construccionismo se centra en la actividad intencional del sujeto. Así, Shotter (1980) señala que la psicología social se debe ocupar del mundo social considerado como un mundo intencional, a diferencia de un mundo mecanicista de objetos físicamente aislables, que caracterizaría a un enfoque conductista. Muy próxima a los nuevos intereses y planteamientos de la psicología social está, como subraya Crespo, la obra de Habermas, especialmente su teoría de la acción comunicativa (1987), donde vincula significatividad y racionalidad, lo que le permite una explicación menos marcada por el idealismo lingüístico que la que caracteriza a algunos construccionistas. Es más, aunque venimos diciendo que es la interacción social nuestro objeto de estudio, también tenemos que añadir, con Crespo, que el objeto de estudio de la psicología social no es un objeto en el sentido habitual de este término, como una cosa, una parcela de la realidad, acotada de modo más o menos preciso, con fronteras que supuestamente la separan de otras facetas de la realidad a cuyo estudio se dedicarían otras disciplinas. Es muy discutible que haya algún tipo de ciencias cuya delimitación se haga de este modo, con una especie de criterio geopolítico. Éste es un criterio académico, para separar campos de influencia, pero no es un criterio científico (Crespo, 1995, pág. 18).