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Anastasio Ovejero Bernal
cómo se comportan los sujetos en el laboratorio y no sea generalizable al
comportamiento de las personas en otros ámbitos (escuelas, etc.).
La situación de laboratorio puede ser todo lo artificial que se quiera,
y cuanto más mejor, pero lo que no debe ocurrir es que el necesario aislamiento del sistema altere los fenómenos estudiados. Si esto se produjera, es evidente que lo que en realidad se estaría investigando no tendría
nada que ver con lo que se pretende investigar. Es como si un químico
pretendiese estudiar las propiedades de la molécula de agua y en su laboratorio sólo estudiase por separado las propiedades del oxígeno y las del
hidrógeno (Ibáñez, 1990, págs. 266-267).
En este caso, el laboratorio no sería sino un mero y estéril ritual metodológico. Pero dejemos de suponer que existe validez interna y analicemos
la cuestión. Para conseguir una alta validez interna es necesario controlar
las variables extrañas, pero el mayor problema de la experimentación en
psicología social proviene justamente de su incapacidad de conseguir esto.
En efecto, la gran ventaja de los experimentos es que al conseguir controlar las variables extrañas podemos asegurar que los cambios en la variable
dependiente se deben a nuestra manipulación de la variable independiente.
Sin embargo, en la realidad las cosas son más complejas, de tal forma que
con sujetos humanos nos resulta prácticamente imposible controlar las
variables externas de diferente procedencia (la propia situación experimental, el experimentador, los sujetos, etc.), como veremos a continuación.
2) El experimento como situación social: según Riecken (1962), lo más
característico del experimento con sujetos humanos es ser una situación
social en que se invita a una persona (el sujeto) a dejar que otra persona
observe su comportamiento, por lo que si él lo acepta es porque espera o
intenta obtener una recompensa del tipo que sea, y donde el experime