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42 Anastasio Ovejero Bernal plausibles. Por una parte, pongamos que atribuyo la conducta de este mi compañero a «chulería» y me digo: «Ya sabía yo que se le iba a subir el cargo a la cabeza. Siempre fue soberbio y se creyó más que nadie, así que ahora más. Por eso ya ni me saluda.» No es raro que unas horas después, bajo a desayunar a la cafetería, que está casi vacía, y al otro lado de la barra está el compañero de marras. Con toda probabilidad no sólo no me acerc \