Capítulo II
Cómo interpretamos la conducta social:
las atribuciones causales y sus sesgos
Introducción
El mundo social que nos rodea es muy complejo y con frecuencia
imprevisible. Sin embargo, la gente necesita entender lo que acontece a su
alrededor como forma de conseguir una adecuada adaptación al medio y
sacar de él el máximo partido posible. Para ello, en la vida cotidiana todos
nosotros intentamos continuamente explicar la conducta de los demás e
incluso la nuestra propia. Es más, necesitamos, a la hora de explicar tal
conducta, buscar sus causas: es nuestra forma de controlar, al menos cognitivamente, nuestro entorno. Ahora bien, ¿explicamos de la misma manera
la conducta de los demás y la nuestra? ¿A qué causa solemos atribuir nuestra conducta? ¿Y la de los otros? Dar una respuesta a estas cuestiones es el
objetivo principal de este capítulo. Y la necesidad de responder a estos
interrogantes no es sólo cuestión de una mera curiosidad científica, que ya
sería importante, sino que también es algo central para entender y mejorar
las relaciones humanas, ya que una misma conducta interpersonal tendrá
consecuencias muy diferentes en nuestras relaciones dependiendo de cómo
la expliquemos, es decir, de cómo la interpretemos o, dicho en otros términos, de a qué causas la atribuyamos. Para abrir el capítulo veamos un
ejemplo: Mientras estoy de vacaciones, un compañero de la empresa donde
trabajo ha ascendido al cargo de director de ventas. Terminadas las vacaciones me reincorporo al trabajo y al entrar a la empresa, mientras estoy
fichando, pasa por mi lado, con prisas, el mencionado compañero que no
me saluda y ni siquiera me mira. ¿Cómo influirá este hecho en nuestras
relaciones mutuas? ¿A qué atribuiré la conducta interpersonal suya? Veamos dos tipos bien diferentes de atribución, aunque las dos perfectamente