El giro posmoderno y las orientaciones alternativas:…
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embargo, como señala Polkinghorne (1992, pág. 147), la fe en el programa
modernista ha sido muy seriamente erosionado por las atrocidades de las
dos guerras mundiales, el conocimiento de la crisis ambiental, la obstinación de los problemas de los guetos urbanos y la continuada posibilidad de
un holocausto nuclear. Es decir, que en lugar de haber construido un
mundo de prosperidad, salud y libertad, el modernismo ha producido una
civilización temerosa de los instrumentos de destrucción desarrollados por
su razón y por su ciencia. Además, por si ello fuera poco, los supuestos
fundamentales del modernismo que proporcionaban la base para su programa científico de emancipación fueron socavados por los filósofos de la
ciencia (Quine; kuhn, Lakatos, Feyerabend, etc.). Esta pérdida de la fe en
el proyecto de la modernidad es lo que suele conocerse con el nombre de
posmodernismo. Como escribe Vattimo (1990, pág. 73), «ante todo hablamos de posmodernismo porque consideramos que, en alguno de sus aspectos esenciales, la modernidad ha concluido», y entre esos aspectos está la
creencia en la racionalidad humana así como en la existencia de una verdad
objetiva que, además, puede ser alcanzada por la razón humana.
Y es que a lo largo del siglo xx han ido produciéndose una serie de acontecimientos científicos (teoría cuántica, teoría de la relatividad, etc.), algunas consecuencias terribles de la propia ciencia y de su desarrollo (explosión de la bomba atómica, amenaza nuclear, etc.), políticos (el nazismo y el
holocausto), económicos (progresiva globalización de la economía) o tecnológicos (extensión de la tarjeta de crédito, explosión de los ordenadores,
autopistas de la información, etc.), que han transformado radicalmente la
modernidad y que han conseguido hacer añicos algunos de sus supuestos
básicos, como la fe en la razón y en la ciencia, o la ya mencionada creencia
en la objetividad y en la verdad. De hecho, los ilustrados quedarían de piedra si levantaran ahora la cabeza y constataran que este siglo XX, el siglo de
la ciencia y la educación, en el que la escolarización ha alcanzado a la práctica totalidad de la población hasta los dieciséis años en los países occidentales industrializados, ha sido, a la vez, el más violento de los siglos, con
más de cien millones de muertos sólo en Europa en contiendas bélicas y
políticas. Todo ello ha terminado por dar la razón a Nietzsche, de tal forma
que la posmodernidad ha terminado por identificarse con el posmodernismo filosófico que ya venía de atrás. De ahí que Vattimo pueda escribir (1987, pág. 145) que «se puede sostener legítimamente que la posmodernidad filosófica nace en la obra de Nietzsche». Según el filósofo alemán,
«Dios ha muerto», es decir, las verdades absolutas ya no tienen cabida en
el pensamiento del hombre. Según Nietzsche, añade Vattimo, con esta conclusión nihilista salimos realmente de la modernidad. Con palabras de
David Lyon (1996), podemos decir que el nihilismo es el concepto nietzscheano que se ajusta mejor a esta sensación fluida e incierta de la realidad.
Cuando la permanente actitud de duda de la razón moderna se aplica a la
propia razón, el resultado es el nihilismo. Los supuestos sistemas de razonamiento, afirma Nietzsche, son en realidad sistemas de persuasión. Así
pues, las pretensiones de haber descubierto la verdad en realidad ocultan