22
Anastasio Ovejero Bernal
saremos) como cuando es negativa (por ejemplo, si yo gano, el otro pierde,
y viceversa). En estas circunstancias, las personas se preocupan por percibir correctamente a los demás porque quieren predecir e incluso controlar
sus propios resultados, para lo que necesitan predecir y tal vez incluso
influir sobre los resultados de los demás; b) Estatus subordinado: tener una
posición subordinada en relación con la otra persona (por ejemplo,
alumno-profesor, hijo-padre, etc.) significa que nuestros beneficios dependen de la otra persona en mayor medida que los suyos de nosotros. Quienes se encuentran en esta situación de inferioridad estarán más atentos a
cómo son quienes se encuentran en la de superioridad que al revés (Snodgrass, 1992); c) Estigma: como mostró Goffman, tener un estima (por ejemplo, padecer el sida, ser ciego, etc.) significa poseer un atributo socialmente
desacreditador. Las investigaciones han mostrado que ser una persona
estigmatizada influye también en cómo percibe y en cómo es percibida.
Cuando se trata de un estigma no visible (por ejemplo, haber sufrido una
violación), quienes lo padecen suelen ser especialmente sensibles en sus
percepciones. Sin embargo, cuando se trata de un estigma claramente visible (por ejemplo, ser cojo), quienes lo padecen no se muestran muy acertados en sus percepciones, a causa probablemente de que este tipo de personas suelen estar demasiado preocupadas por el manejo de la situación y de
cómo se presentan en ella como para estar atentas a una percepción adecuada. Ahora bien, estos factores motivan tanto a hacerse una impresión
acertada que con frecuencia llevan a errores de percepción; y d) Sentirse
responsable de la impresión formada: no sólo nuestra dependencia respecto
a las personas con quienes interactuamos favorece que nos esforcemos por
formarnos una correcta impresión, sino que también esto ocurre cuando
tenemos que dar cuenta ante terceras personas de la impresión que nos formamos (Tetlock, 1991).
2) Actuar: en este caso el perceptor persigue algún objetivo específico,
y la percepción de las personas presentes en la interacción tiene sólo una
relación incidental con este objetivo. En estos casos, como subrayan Morales y Moya (1996), la gente no se preocupa por obtener una representación
lo más correcta posible de la otra persona con quien interactúa. Por ejemplo, cuando se va a comer a un restaurante lo más probable es que se tenga
que interactuar con un camarero, pero uno no suele estar interesado en averiguar cómo es realmente ese camarero. En estas situaciones solemos estar
muy ocupados en otras metas más concretas (examinar la carta y los precios,
etc.) poco relacionadas con la formación de impresiones.