196
Anastasio Ovejero Bernal
Como afirmaba el propio Likert, «nuestro interés está orientado a demostrar que incluso escalas más breves y sencillas como éstas expresan diferencias de actitudes definidas y fiables». En estas escalas, como se sabe,
cada ítem aparece como un juicio o una afirmación con la que el sujeto
debe decir si está de acuerdo o en desacuerdo y en qué grado, de esta
manera: el sujeto debe señalar en cada una de las frases el grado en que
está de acuerdo (totalmente de acuerdo, moderadamente de acuerdo,
indiferente, moderadamente en desacuerdo o totalmente en desacuerdo,
aunque a veces en lugar de cinco se proponen siete alternativas). Estas
escalas suelen poseer más altos coeficientes de fiabilidad que las escalas
Thurstone. Peor conocida y menos utilizada es la escala de Guttman
(1950): se trata de una técnica que presenta diferencias básicas en relación con las dos anteriores que hemos visto, pues mientras estas últimas,
con intervalos iguales y estimaciones sumadas, suministran sistemas para
la selección de un conjunto de ítem que habrán de constituir el instrumento de medida, en cambio, el análisis escalar de Guttman sólo se
ocupa de la evaluación de tales ítem una vez que han sido seleccionados
mediante cualquier otro método (véase López, 1985, págs. 260-274).
Menos utilizada todavía es la técnica de discriminación escalar de
Edwards y Kilpatrick (1948) (véase López, 1985, págs. 274-278). Como
señala López, el procedimiento de discriminación escalar no es una contribución nueva en la selección de ítem, ya que combina elementos tomados de la técnica de Thurstone con los de la de Likert con el fin de llegar
a la construcción de un sistema de tipo Guttman, pero constituye un interesante procedimiento de selección de los ítem que conserva y supera las
mejores ventajas de las técnicas anteriores. Además, de las escalas de actitudes, entre las medidas directas destaca, por su utilidad y popularidad, el
Diferencial Semántico (véase Ross, 1985, págs. 224-231; y Bechini, 1986).
Finalmente, existen también medidas indirectas, de las que las más
estudiadas son las que acuden a las respuestas fisiológicas (véase Petty y
Caccioppo, 1983). Con estas técnicas el sujeto es consciente de que está
siendo observado, pero no sabe que está siendo evaluada su actitud, es
decir, no tiene control sobre sus respuestas respecto al objeto de la evaluación. Entre las respuestas fisiológicas más utilizadas para medir actitudes
sobresalen las dos siguientes: a) La dilatación de la pupila: por ejemplo
Hess, Seltzer y Shlien (1965), partiendo del hecho de que la pupila tiende
a dilatarse cuando observa un estímulo en el que tiene especial interés,
investigaron la dilatación de la pupila de cinco varones heterosexuales y
cinco homosexuales al observar fotos de hombres y mujeres desnudos o
parcialmente desnudos. Los cinco heterosexuales mostraron una mayor
diferencia en la dilatación media que los cinco homosexuales cuando veían
las fotografías de mujeres; b) La respuesta galvánica de la piel: esta respuesta, que «tiende a ocurrir cuando la persona está ansiosa o excitada...,
consiste en un cambio en la conducción eléctrica de la piel que puede
manifestarse sudando, con el incremento o decremento del flujo capilar,
etc. Generalmente, la respuesta se manifiesta por una caída en la resisten-