La influencia de las minorías activas
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nueva perspectiva sobre la desviación. Hasta ahora sólo se había estudiado
a los marginados y a los desviados pasivos, ahora se comienza a estudiar
también a los activos, o sea, a las minorías activas que, solas, son capaces
de cambiar la sociedad.
Los rasgos específicos de la innovación
Sabemos que, a pesar de lo penoso que suele ser el estar en minoría
(Kruglanski y Webster, 1991; Trost y cols., 1992), las minorías existen, y a
veces hasta son influyentes. Es fácil entender por qué las mayorías tienen
tanta influencia (son numéricamente superiores, poseen un fuerte control
normativo sobre sus miembros, tienen poder, etc.), pero ¿cómo explicar la
influencia de las minorías? ¿Cómo es posible que una minoría, incluso de
uno solo, ejerza influencia sobre la mayoría? Pues no olvidemos que además de que la minoría carece de la fuerza numérica, del poder y de la competencia necesarios para imponer su punto de vista a una población, suelen
ser despreciados y puestos en ridículo, de tal forma que cuando presentan
sus ideas, nadie les presta atención. Y, sin embargo, los archivos de la historia están llenos de ejemplos de movimientos innovadores protagonizados
por individuos y subgrupos minoritarios, carentes de poder y competencia
reconocidos. ¿Cómo lo consiguieron? ¿por qué es realmente tan influyente
la minoría? La respuesta la da Moscovici ya en sus primeros trabajos sobre
el tema (Faucheux y Moscovici, 1967; Moscovici, Lage y Naffrechoux, 1969): por su estilo consistente de comportamiento. Un comportamiento consistente que rechace el consenso llevará a los miembros de la
mayoría a atribuir tal comportamiento a propiedades del individuo que lo
adopta y, en consecuencia, se le atribuirá firmeza y compromiso en su posición, lo que les llevará a tomar nota de la posición de la minoría en tanto
que solución de recambio a su propio punto de vista, a emprender un proceso de validación y, finalmente, a reexaminar el objeto del juicio a fin de
buscar en su seno estas propiedades que motivan el comportamiento de la
minoría» (Doms y Moscovici, 1985, pág. 98). Y es que, como dice el propio Moscovici, las minorías pueden ser fuentes efectivas de influencia, a
condición de que su estilo de comportamiento sea percibido como el
reflejo de su consistencia, de su seguridad y de su compromiso respecto a
un punto de vista, como constató él mismo en el experimento clave para el
desarrollo de esta línea de investigación (Moscovici, Lage y Naffrechoux (1969).
En efecto, una minoría consistente puede influir en los juicios públicos
de los miembros del grupo mayoritario. La consistencia, pues, es fundamental y hasta necesaria, pero no suficiente. Hay que tener en cuenta también, como mostró Nemeth, cómo sea interpretada esa consistencia por los
miembros de la mayoría. La consistencia de la minoría puede interpretarse
como reflejo de una fuerte convicción interna, pero también puede interpretarse como reflejo de dogmatismo y tozudez. En definitiva, para que