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Conformismo y obediencia a la autoridad 169 punto la gente es capaz de hacer daño a una tercera persona por el mero hecho de que una autoridad se lo ordena. El diseño experimental era relativamente sencillo. Los sujetos, que eran todos varones y habían sido reclutados a través de un anuncio en la prensa y recibían una pequeña cantidad de dinero por participar, cosa, por otra parte, habitual en los experimentos en los Estados Unidos de aquella época, acudían al laboratorio de dos en dos y echaban a suertes para ver a quien le tocaba hacer de maestro y a quien de aprendiz. Pero tal sorteo estaba trucado de tal forma que al auténtico sujeto (el otro era cómplice del experimentador) siempre le tocaba hacer de maestro. El aprendiz debía estudiar y aprender una lista de pares de palabras. Después era examinado por el maestro. Si se equivocaba, el maestro le aplicaba una descarga eléctrica de 15 voltios y a cada nuevo error la descarga aumentaba en otros 15 voltios (2.º error, 30 voltios; 3.º error, 45 voltios y así sucesivamente) hasta 450, pues el experimento estaba diseñado para que el aprendiz, que como hemos dicho era un cómplice del experimentador, cometiese siempre treinta errores, con lo que los sujetos o desobedecían las órdenes del experimentador en algún momento y se negaban en consecuencia a dar descargas, u obedecían y daban a sus victimas descargas de hasta 450 voltios. Antes de llevar a cabo su experimento, Milgram había preguntado a un grupo de psiquiatras sobre cuántos sujetos creían ellos que obedecerían. Su respuesta fue rotunda: nadie llegaría al final. Como mucho, añadían, un 1 por 100 por si por azar entraba en la muestra algún psicópata o sádico. Pues bien, los resultados fueron bien diferentes: llegaron al final, o sea, dieron a sus «alumnos» descargas de hasta 450 voltios, el 63 por 100 de los sujetos. Estos datos fueron tan dramáticamente sorprendentes que no es de extrañar que hayan sido estos experimentos los más impactantes de toda la historia de la psicología social e incluso posiblemente de toda la psicología. Ni que decir tiene que tales descargas no se daban, pero, y esto es lo importante, los sujetos estaban convencidos de que sí se daban. No sólo en los Estados Unidos se han llevado a cabo experimentos de este tipo. Las investigaciones indican que los personajes