Test Drive | Page 119

120 Anastasio Ovejero Bernal agresivo y la gama total de conductas delictivas. En estudios de campo controlados se ha demostrado que la exposición a la violencia televisada fomenta la agresividad interpersonal. No es nada raro que a las personas se les presenten móviles apropiados para imitar actividades criminales después de haber observado estilos ingeniosos en los medios masivos de comunicación (Bandura y Ribes, 1980, págs. 315-316), Aunque, como apunta con acierto Sanz Martín (1993), existe un discurso social previo de la violencia, de ahí que las imágenes que recibimos no puedan interpretarse sólo como una construcción en función exclusiva de la escala de valores que el autor del mensaje tiene acerca de la violencia. Realidad y representación se articulan en una nueva unidad simbólica, de manera que ambos conforman «un complejo mundo en un proceso de interacción mutua constante, incidiendo, de forma intensa, en las percepciones, los conceptos y los juicios de los receptores de los mensajes massmediáticos». Por otra parte, en las comunidades y barrios donde las imágenes del «macho» son admiradas, la agresión se transmite fácilmente a las nuevas generaciones (Cartwight, 1975; Short, 1969). La subcultura violenta de las pandillas de adolescentes, por ejemplo, proporciona a sus miembros numerosos nuevos modelos agresivos. En eventos deportivos como los juegos de fútbol, la violencia del jugador precede a la mayoría de los incidentes de violencia de los fanáticos (Goldstein, 1982). 6) Teorías sociológicas sobre el conflicto y la lucha de clases: como nos recuerda Luz González (1993), la violencia no es un hecho del que podamos responsabilizar exclusivamente a los individuos en cuanto a tales, sino también, y sobre todo, a la estructura social que esos individuos se encuentran y en la que se marcan sus roles, estatus, derechos, valores o expectativas. Aquí deberíamos incluir toda una serie de teorías, generalmente sociológicas y marxistas, que interpretan la violencia como un producto de los sistemas políticos y económicos que caracterizan a las distintas sociedades a lo largo de su historia. La «culpa» de la violencia, pues, no sería de los individuos sino de las desigualdades que crean las estructuras políticas y económicas. En definitiva, como añade González, la pobreza, la margi