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Anastasio Ovejero Bernal
en algún o algunos aspectos distintos. Y en segundo lugar porque probablemente existen diferentes tipos de conductas agresivas y cada teoría es
útil para analizar y ser aplicada a algún tipo diferente de tales conductas
(véase un análisis reciente en Feshbach y Zagrodzka, 1997).
1) Teorías innatistas de la agresión: son muchos los autores, provenientes de diferentes escuelas, que piensan que la agresión es inevitable
porque es innata. Dentro de este apartado podemos distinguir al menos
tres direcciones:
a) Teorías instintivistas: la agresión no es sino un instinto. Esta teoría
afirma que somos agresivos porque existe en nosotros una tendencia innata
a agredir. Aparte de Hobbes, con su famosa idea de que «el hombre es un
lobo para el hombre», han sido tradicionalmente los psicoanalistas los
grandes defensores de esta postura. También, en épocas más recientes, los
etólogos (Lorenz, etc.) defienden la existencia de un instinto agresivo que
tendría una clara función de supervivencia para la especie (control del
territorio, dominio, etc.). El supuesto central de esta teoría es la selección
natural de los instintos, y proviene de Darwin. Lorenz considera la agresión
como un impulso biológico no aprendido que se desarrolló por su valor
adaptativo para la especie. Por tanto, la agresión no es necesariamente una
fuerza destructiva, como lo es para Freud, aunque Lorenz piensa que en el
caso del hombre, el impulso agresivo se ha distorsionado en una conducta
inadaptada.
b) Agresión y cromosomas: Un defecto que se sospecha relacionado
con la agresión extrema es la anomalía del cromosoma XYY en las mujeres. Las mujeres normales tiene dos cromosomas X ligados al sexo y los
hombres uno X y otro Y. En la década de los 60, la anomalía XYY se propuso como una posible causa de la conducta agresiva debido, al parecer, a
su alta frecuencia entre los presos, y sus poseedores fueron llamados
«supermachos». Sin embargo, como señalan Perlman y Cozby (1985,
pág. 247), ahora está claro que la anomalía XYY no puede ser causa principal de la agresividad humana. Primero, su frecuencia es muy baja (menos
de uno cada mil nacimientos), y la mayoría de los hombres XYY nunca son
convictos por crímenes violentos. Además, aunque entre criminales haya
mayor frecuencia del defecto que en la población normal, muchos poseedores de la anomalía no tienen registros de crímenes violentos contra la
propiedad ni de crímenes violentos. La inmensa mayoría de las personas
convictas por crímenes violentos no poseen el patrón del cromosoma XYY.
c) Agresión y cerebro: desde hace mucho tiempo se sabe que los animales atacan a otros animales si se estimulan centros específicos del sistema
límbico del mesencéfalo. Y también que dañar o destruir estas estructuras
límbicas puede reducir notablemente la conducta agresiva de los animales.
Así, después de su muerte, se descubrió que Charles Whitman, el estudiante que disparó y mató a 13 personas desde una plataforma en la torre
de la Universidad de Texas en 1966, tenía un tumor en el área del cerebro
que en los animales inferiores se relaciona con la agresión. Sin embargo, tal