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112 Anastasio Ovejero Bernal en algún o algunos aspectos distintos. Y en segundo lugar porque probablemente existen diferentes tipos de conductas agresivas y cada teoría es útil para analizar y ser aplicada a algún tipo diferente de tales conductas (véase un análisis reciente en Feshbach y Zagrodzka, 1997). 1) Teorías innatistas de la agresión: son muchos los autores, provenientes de diferentes escuelas, que piensan que la agresión es inevitable porque es innata. Dentro de este apartado podemos distinguir al menos tres direcciones: a) Teorías instintivistas: la agresión no es sino un instinto. Esta teoría afirma que somos agresivos porque existe en nosotros una tendencia innata a agredir. Aparte de Hobbes, con su famosa idea de que «el hombre es un lobo para el hombre», han sido tradicionalmente los psicoanalistas los grandes defensores de esta postura. También, en épocas más recientes, los etólogos (Lorenz, etc.) defienden la existencia de un instinto agresivo que tendría una clara función de supervivencia para la especie (control del territorio, dominio, etc.). El supuesto central de esta teoría es la selección natural de los instintos, y proviene de Darwin. Lorenz considera la agresión como un impulso biológico no aprendido que se desarrolló por su valor adaptativo para la especie. Por tanto, la agresión no es necesariamente una fuerza destructiva, como lo es para Freud, aunque Lorenz piensa que en el caso del hombre, el impulso agresivo se ha distorsionado en una conducta inadaptada. b) Agresión y cromosomas: Un defecto que se sospecha relacionado con la agresión extrema es la anomalía del cromosoma XYY en las mujeres. Las mujeres normales tiene dos cromosomas X ligados al sexo y los hombres uno X y otro Y. En la década de los 60, la anomalía XYY se propuso como una posible causa de la conducta agresiva debido, al parecer, a su alta frecuencia entre los presos, y sus poseedores fueron llamados «supermachos». Sin embargo, como señalan Perlman y Cozby (1985, pág. 247), ahora está claro que la anomalía XYY no puede ser causa principal de la agresividad humana. Primero, su frecuencia es muy baja (menos de uno cada mil nacimientos), y la mayoría de los hombres XYY nunca son convictos por crímenes violentos. Además, aunque entre criminales haya mayor frecuencia del defecto que en la población normal, muchos poseedores de la anomalía no tienen registros de crímenes violentos contra la propiedad ni de crímenes violentos. La inmensa mayoría de las personas convictas por crímenes violentos no poseen el patrón del cromosoma XYY. c) Agresión y cerebro: desde hace mucho tiempo se sabe que los animales atacan a otros animales si se estimulan centros específicos del sistema límbico del mesencéfalo. Y también que dañar o destruir estas estructuras límbicas puede reducir notablemente la conducta agresiva de los animales. Así, después de su muerte, se descubrió que Charles Whitman, el estudiante que disparó y mató a 13 personas desde una plataforma en la torre de la Universidad de Texas en 1966, tenía un tumor en el área del cerebro que en los animales inferiores se relaciona con la agresión. Sin embargo, tal