La conducta agresiva o antisocial
111
organismo. Según esta definición, no sería necesaria la intencionalidad y,
por consiguiente, la conducta de un dentista que hace daño a su cliente
sería agresiva. Según Rodrigues (1980), para que se dé una conducta agresiva se necesitan dos elementos: intención de hacer daño a otra u otras personas, y que esa intención se materialice en una conducta nociva, aunque
esta definición sólo sería aplicable a fenómenos de interacción social; de
esta manera no se incluyen las fantasías de agresión expresadas en sueños a
través de técnicas proyectivas ni tampoco el problema de la agresividad en
los animales. Tampoco las acciones de plantas carnívoras o las que poseen
púas. La definición aquí presentada debe restringirse, pues, a la conducta
emitida por personas en dirección a otras personas y supone intencionalidad y libertad de elección por parte del agente.
En definitiva, aunque en el lenguaje cotidiano suele utilizarse el término agresión con una enorme variedad de significados, por ejemplo, de
un vendedor muy competitivo se dice que es agresivo, sin embargo, «en
un intento para lograr claridad y mayor exactitud, los investigadores han
restringido el uso del término para las conductas que intentan hacer daño a
los otros» (Perlamn y Cozby, 1985, pág. 243). En resumidas cuentas, el
problema a la hora de definir la agresión reside fundamentalmente en
hacer hincapié en la dimensión comportamental de la agresión o en la
intención que se encierra tras ese comportamiento, aunque resultaría difícil entender la conducta agresiva sin tener en cuenta la distinción entre
agresión hostil, que surge del enojo y cuyo objetivo es hacer daño, y
la agresión instrumental, que surge del interés y del egoísmo, y cuyo objetivo es conseguir un fin.
Origen de la conducta agresiva: teorías
Las teorías que se han formulado para explicar y tratar de dar solución
al problema de la agresividad pueden dividirse en dos grandes categorías:
a) Teorías activas: suponen el origen de la agresión en los impulsos
internos, siendo, en consecuencia, innata y consustancial con la especie
humana. Los partidarios de estas teorías, fundamentalmente la psicoanalítica y la etológica, son, obviamente, pesimistas a la hora de tratar de dar
solución al problema de la guerra, la agresión y la violencia.
b) Teorías reactivas: suponen el origen de la agresión en el ambiente
del individuo, de tal forma que la agresión no sería sino una reacción al
ambiente o a la sociedad en su conjunto. En consecuencia, son más optimistas en cuanto a la posibilidad de encontrar soluciones a este problema.
Entre las teorías reactivas, evidentemente de corte conductista todas ellas,
hay que destacar dos, la hipótesis de la frustración-agresión y la teoría del
aprendizaje social.
Veamos más detenid