juegos de palabras, parodias de la ENEIDA, se proponían temas y había que hacer
versos. Una vez se hicieron 27 sonetos sobre la (hipotética) muerte de un loro. Una
actividad que es al gran arte como los fuegos artificiales al incendio de un orfanato.
Musique de table, nada que perturbara la digestión. La gravedad era ridiculizada, el
ingenio suplantaba al genio, que siempre es de mal gusto. Mientras la pobre gente
se moría de hambre o era torturada en las mazmorras, un arte de esa naturaleza
sólo puede ser considerado como una perversidad del espíritu y putrefacta
decadencia. Hay que decir en defensa de aquella raza, sin embargo, que no se
consideraban paladines de la Revolución que se venía. Hasta en eso tenían buen
gusto, lo que no puede decirse de los que hoy hacen lo mismo. Aquí, sin ir más
lejos, en Buenos Aires, jóvenes que se pretenden revolucionarios (que al menos se
pretendían en ese momento: es probable que ya tengan buenos empleos y se
hayan casado honorablemente) recibieron con alborozo el proyecto de una novela
que podría leerse de adelante para atrás o de atrás para adelante. Hablan de las
masas y de las villas miseria, pero, como aquellos marqueses, son podridos y
decadentes exquisitos. En la última bienal de Venecia alguien expuso un
mongoloide en una silla sobre una tarima. Cuando se llega a esos extremos, se
comprende que nuestra entera civilización se derrumba.
Ya ves contra qué clase de novedades hablé con ese señor de la entrevista. Creyó
que era un reaccionario porque tenía ganas de vomitar. Pero es frente a esta
Academia de la Antiacademia cuando necesitarás quizá recurrir de nuevo a ese
coraje de que te hablé desde el comienzo, fortaleciéndote con el recuerdo de los
grandes desventurados del arte, como Van Gogh, que sufrieron el castigo de la
soledad por su rebeldía mientras estos seudorrebeldes son mimados por las
revistas especializadas, viven fastuosamente a costa del pobre burgués que
insultan y fomentados por esa sociedad de consumo que pretenden combatir y de
la que terminan siendo sus decoradores.
Entonces se reirán de vos. Pero vos mantenete firme y recordá que "ce qui paraîtra
bientôt le plus vieux c'est qui d'abord aura paru le plus moderne".
De este modo quizá no seas un escritor de tu tiempito, pero serás un artista de tu
Tiempo, del apocalipsis del que de alguna manera deberás dejar tu testimonio, para
salvar tu alma. La novela se sitúa entre el comienzo de los tiempos modernos y su
fin, corriendo paralelamente a la creciente profanación (qué significativa palabra!)
de la criatura humana, a este pavoroso proceso de desmitificación del mundo. Y por
eso terminan en la esterilidad los intentos de juzgar la novela de hoy en términos
estrechamente formales: hay que situarla en esta formidable crisis total del
hombre, en función de este gigantesco arco que empieza con el cristianismo.
Porque sin el cristianismo no habría existido la conciencia intranquila, sin la técnica
que caracteriza a estos tiempos modernos no habría habido ni desacralización ni
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