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De ahí el peligro de la palabra "vanguardia" en el arte, sobre todo cuando se la aplica a estrictos problemas de forma. Qué sentido tiene decir que la escultura naturalista de los griegos es un progreso respecto a aquellas estatuas geométricas? Por el contrario, en el arte suele darse que lo antiguo resulta de pronto revolucionario, como pasó en la Europa hipercivilizada con el arte negro o polinesio. Atención, pues, con ese fetichismo de lo "nuevo". Cada cultura tiene un sentido de la realidad, y dentro de ese ciclo cultural, cada artista. Lo nuevo para Kafka no es lo que por nuevo entendía John dos Passos. Cada creador debe buscar y encontrar su propio instrumento, el que le permite decir realmente su verdad, su visión del mundo. Y aunque inevitablemente todo arte se construye sobre el arte que lo ha precedido, si el creador es genuino hará lo que le es propio, a veces con empecinamiento casi risible para los que siguen las modas. No te hagas mala sangre: eso rige para vestidos o peinados, no para novelas o catedrales. Sucede, también, que es más fácil advertir lo novedoso en lo externo, por lo cual impresionó más John dos Passos que Kafka. Pero, como te dije, es la obra entera de K. lo que constituyó un nuevo lenguaje. Ya en aquel romanticismo alemán hubo un teólogo llamado Schleiermacher, que consideraba la adivinación del conjunto como previa al examen de las partes, que es más o menos lo que ahora dicen los estructuralistas. Es la totalidad lo que le confiere un sentido nuevo a cada frase y hasta a cada palabra. Alguien observó que cuando Baudelaire escribe "En otra parte, muy lejos de aquí!", un vocablo como "aquí" escapa a su trivialidad en la perspectiva que Baudelaire tiene de la condición terrenal del hombre; el signo vacío, en apariencia desprovisto de vocación poética, es valorizado por el aura estilística de la obra entera. Y en cuanto a K., basta pensar en las infinitas reverberaciones metafísicas y teológicas que hace emanar de una palabra tan desgastada, de un cliché de procuradores como "proceso"... No es entonces que no acepte las novedades: no acepto que me mistifiquen, que no es lo mismo. Y además sucede que cada día menos soporto la frivolidad en el arte, y sobre todo cuando se lo mezcla con la Revolución. (Observá, de paso, que las palabras suelen empezar en mayúscula, la triste experiencia las rebaja a la minúscula, para terminar finalmente, a más tristes experiencias, entre comillas.) Que una mujer esté a la moda, es natural; que lo haga un artista, es abomina &