espectador. Ya lo dijo Hölderlin: somos dioses cuando soñamos y mendigos cuando
estamos despiertos.
A la misma condición se deben los fracasos de ciertos traslados (siniestra palabra)
de obras esencialmente literarias al cine. Viste SANTUARIO? No quedó más que el
folletín, lo que se suele llamar el asunto de la novela. Y digo lo que se suele llamar
porque el asunto es la novela toda, con sus riquezas y esplendores, con sus
implicaciones recónditas, con las infinitas reverberaciones de sus palabras, sonidos
y colores, no esos famosos y presuntos "hechos". No hay temas grandes y temas
pequeños, asuntos sublimes y asuntos triviales. Son los hombres los que son
pequeños, grandes, sublimes o triviales. La "misma" historia del estudiante pobre
que mata a una usurera puede ser una mera crónica policial o CRIMEN Y CASTIGO.
Como observarás, las comillas son frecuentes y casi inevitables en esta clase de
falsos problemas, y están revelando que no son nada más que eso: falsos
problemas. Y en rigor, tal como es la existencia de complicada, y de hueco o
hipócrita el lenguaje, tendríamos que estar usándolas todo el tiempo. O inventar,
como hizo Xul Solar, algún recurso más sutil para sugerir que descreemos
irónicamente del vocablo, o para aludir perversamente a su deterioro semántico:
vocales intermedias, como la ü o la ö alemanas, con lo que Golda Meir resulta un
müjer y Paul Bourget un grän escritör. Xul fue un espíritu generoso que dejó su
genio en la conversación, y al que muchos han plagiado sin confesarlo, como esos
que roban a quien les da hospitalidad.
Que no seas capaz, como me decís, de escribir sobre "cualquier tema" es un buen
indicio, no un motivo de desaliento. No creas en los que escriben sobre cualquier
cosa. Las obsesiones tienen sus raíces muy profundas, y cuanto más profundas
menos numerosas son. Y la más profunda de todas es quizá la más oscura pero
también la única y todopoderosa raíz de las demás, la que reaparece a lo largo de
todas las obras de un creador verdadero: porque no te estoy hablando de los
fabricantes de historias, de los "fecundos" fabricantes de teleteatros o de bestsellers a medida, esas prostitutas del arte. Ellos sí pueden elegir el tema. Cuando
se escribe en serio, es al revés: es el tema que lo elige a uno. Y no debés escribir
una sola línea que no sea sobre obsesión que te acosa, que te persigue desde las
más oscuras regiones, a veces durante años. Resistí, esperá, poné a prueba esta
tentación; no vaya a ser una tentación de la facilidad, la más peligrosa de todas las
que deberás rechazar. Un pintor tiene lo que se llama "facilidad" para pintar, como
un escritor para escribir. Cuidado con ceder. Escribí cuando no soportés más,
cuando comprendás que te podés volver loco. Y entonces volvé a escribir "lo
mismo", quiero decir volvé a indagar, por otro camino, con recursos más
poderosos, con mayor experiencia y desesperación, en lo mismo de siempre.
Porque, como decía Proust, la obra de arte es un amor desdichado que fatalmente
89