Test Drive | Page 77

Enfureciéndose, le gritó si no tenía vergüenza que esa puta le hubiese conseguido el trabajo en la oficina de ese bicho. —Está bien, viviremos de la mendicidad pública. Yéndosele encima, Nacho le gritó que le estaba hablando en serio. —No grités! Basta. La cara de Agustina se había puesto rígida. —A vos hay que explicarte todo, tarado. No comprendés que de alguna manera aceptándolo era cuando más la despreciaba. Y no me vuelvas a hablar de esa mujer —terminó sombríamente. Con sarcasmo, su hermano le recordó que esa mujer era la madre, y que madre hay una sola. Después se levantó, fue hasta su rincón y le trajo un paquetito con papel floreado y moño rojo "de regalo". —Qué payasada es ésa, ahora? —preguntó Agustina con cansancio. —Te has olvidado del Día de la Madre? Era un paquetito muy chico. Su hermana levantó su mirada hacia Nacho. —Sabés lo que le mando? Su cara irradiaba retorcida felicidad. —Un preservativo. Luego volvió a su rincón, se acomodó en la cama y permaneció un tiempo en silencio. —Tengo que proponerte un pacto —dijo. —Dejame de joder de una vez con tus pactos. —Uno solo. Chiquitito. Agustina no respondió. —Un micropacto. Un pacto tamaño enano. —Para qué. —Es una prueba. —Qué clase de prueba. —Yo sé —respondió Nacho con ambigüedad. —Está bien. Dale, porque quiero dormir un siglo. Nacho le llevó un disco, con la foto de John Lennon y Yoko en la tapa. Mostrándosela, le propuso: —Jamás oír este disco. —Por qué. —Ves, ves! Ésa es la prueba! Ya no entendés nada! Estás definitivamente desconectada! —le gritó refregándole la foto por la cara. Agustina lo miró con fastidio. —No comprendés? Esa japonesa de mierda es la culpable! 77