—Y ahora me salís con el cuento que tu teoría sobre Sartre necesita dos horas.
Qué, es más importante que la filosofía de Parménides?
—Pucha digo.
—Eh?
—Ese reportaje de Sartre sobre LA NÁUSEA —explicó con cansancio.
—Reportaje? Qué reportaje?
Algo que había salido hacía tiempo atrás. Seguramente el resultado de su
sentimiento de culpa.
—Sentimiento de culpa?
—Claro, hay chicos que se mueren de hambre por ahí. Y escribir esa novela,
mientras tanto...
—Qué chico se está muriendo de hambre?
—Pero no, mamá. Bueno, y?
—Partí de esa idea.
—Y esa idea te parece mal.
—No empecés de nuevo.
—Entonces.
—Entonces, qué? Me podes decir cuándo una novela, no ya LA NÁUSEA, una novela
cualquiera, la mejor novela del mundo, el QUIJOTE, el ULYSSES, el PROCESO, ha
servido para evitar la muerte de un solo niño? Si no estuviera seguro de la
honradez de Sartre, tendría que pensar que es la frase de un demagogo. Te digo
más: de qué modo, cuándo, en qué forma una coral de Bach o un cuadro de Van
Gogh sirvieron para que un chico no se muera de hambre. Tendremos que renegar
de toda la literatura, de toda la música, de toda la pintura?
—Hace un tiempo, en una vista sobre la India, unos chiquilines se morían de
hambre en la calle.
—Sí, mamá.
—La viste vos también?
—No, mamá.
—También leí un libro de un escritor francés, Jules Romains... no, esperá... Romain
Rolland, puede ser? siempre confundo los apellidos, soy un caso... en fin algo sobre
eso.
—Sobre qué, mamá.
—Sobre una criatura que se moría de hambre. Cómo se llama?
—Quién.
—Ese escritor.
—No lo sé, mamá. Son dos escritores. Y no leo a ninguno de los dos.
—Podrías leer un poco más, en lugar de discutir tanto y tomar tanto whisky. Y vos,
Ernesto, tampoco lo sabés?
32