Test Drive | Page 316

Se levantó, saludó al hombre desde lejos con un ademán, y después de dar algunas vueltas para despistar, entró en LA CUEVA, en Quintana y Ayacucho. En una servilleta de papel empezó a hacer anotaciones automáticas. Siempre le había dado resultado. La primera palabra que escribió fue SCHNITZLER y casi en seguida, debajo, SCHNEIDER. Cómo era posible que no lo hubiese advertido antes? Los dos empezaban y terminaban con el mismo fonema, y tenían el mismo número de sílabas. Claro, es cierto, podían ser apellidos apócrifos. Pero, si lo eran, resultaba significativo que lo hubiesen elegido con esas idénticas características. Había entonces alguna relación entre los dos hombres? Ambos, como si todo eso fuera poco, podían venir de alguna región entre Baviera y Austria, los dos resultaban un poco grotescos y menospreciaban igualmente a las mujeres. Pero mientras Schneider era evidentemente un agente de las tinieblas, Schnitzler defendía la ciencia racional. Luego quedó cavilando largamente ese "pero". No sería una simple repartición del trabajo? Salió y empezó a caminar hasta la hora en que debía encontrarse con Agustina. Y cuando estuvieron juntos sintió el abismo que se había abierto entre los dos. ELLA SE CONVIRTIÓ EN UNA LLAMEANTE FURIA y él sintió que el universo se resquebrajaba sacudido por su furor y sus insultos y no era sólo su carne que era desgarrada por sus garras sino su conciencia y allí quedó como un desecho de su propio espíritu las torres derrumbadas por el cataclismo y calcinadas por las llamas. MIENTRAS TANTO Nacho estudiaba con atención los rasgos del Sr. Pérez Nassif: la lujuria y la mezquindad, la hipocresía y la baja ambición, el cancherismo y la avivada porteña, 316