Test Drive | Page 312

mantenerse lo más sereno posible, a pesar de que el movimiento del cuchillo a lo largo de la órbita era siempre terrible. Por supuesto, no siempre la situación era tan molesta. Era poco frecuente que la extracción se produjese delante de otras personas. A veces estaba en la cama o en la oscuridad de un cine, donde es más fácil pasar inadvertido. Muy pocas veces la operación le fue practicada en una circunstancia tan incómoda como en el caso que ahora se comenta, porque no sólo estaba la señora de Falú delante de él sino que había otras personas que desde lejos miraban. NUEVAMENTE ESTABAN SOBRE LA PISTA Él creía que su participación había sido secreta y parecía imposible que nadie pudiese siquiera sospecharla. Por qué ahora andaban por ahí, preguntando? Qué significaba esa conversación en voz baja en aquel rincón? Quiénes estaban murmurando y qué? Le pareció distinguir a Ricardo Martín que cuchicheaba con Chalo y Elsa, mientras de vez en cuando miraban furtivamente hacia donde él estaba. Pero había tan poca luz que era difícil asegurarlo. Entonces entró otra persona que habría jurado era Murchison de no haber sabido que estaba en la universidad de Vancouver. Se inclinó hacia Anzoátegui, le sugirió algo al oído, y resultaba evidente que todos estaban al tanto de algo muy grave que me concernía. Después fueron llegando otros: parecía un velorio, pero el velorio de un cadáver aún vivo y sospechoso. Entre los recién venidos le pareció distinguir a Cio con Alicia, Malou con Graciela Berethervide, Siria, Kika que venía con Renée. Se apretaban cada vez más, la atmósfera era cada vez más sofocante, el rumor crecía, no porque subieran la voz (era siempre un cuchicheo) sino porque se sumaban. Después llegaron Iris Scaccheri, Orlando y Luis, Emile. Tita. Y solo en un rincón, como esperando un veredicto sobre el crimen. Se había corrido el dato, era claro. Quién era esa que trataba de entrar pugnando? Matilde Kirilovsky, pero la de antes, la de la facultad, cuando era una chica. Se empujaban, forzados por los que seguían llegando y todo era francamente desagradable, particularmente, para él ni qué decirlo. Los Sonis, Ben Molar, el Dr. Savransky, Chiquita, los Molins, Lily con José y otros que a esa altura más eran presunciones suyas que imágenes nítidas. Entonces perdió el conocimiento, hundiéndose en un pozo. Despertó gritando. Largo tiempo tardó en desprenderse de los residuos de aquella pesadilla, se le fueron borrando poco a poco rostros, carcomidos por los poderes de la vigilia. Pero 312