trayecto hasta la caja, con amargura, podía haber comprado tres o cuatro carpetas
como la que buscaba.
Salió poseído de tenebrosos pensamientos: era indiscutible que todo estaba en
contra.
Cuando llegó a Santos Lugares, desenvolvió el monstruo y tratando de no
reexaminarlo lo colocó en el armario de las adquisiciones frustradas, entre un
calzoncillo con rayas amarillas y el florero con brillantes aplicaciones