cómo anda la inflación y la falta de Fe en la Nación ya ni el Coco Anchorena puede
redondearlo. Así que en cumplimiento de mis deberes profesionales debo estar
atento a los Nuevos Valores, y así entrevisté a esta promisoria estrellita, que
después de acostarse con distinguidos porteros, utileros y finalmente ayudantes de
dirección ha comenzado a escalar los peldaños del éxito, convirtiéndose en una
figura de interesante porvenir. Impulsado por un momento de locura, que de
pronto puede acometer al mucano más alerta, la sometí a un severo interrogatorio
que casi me cuesta el cargo en la difundida publicación, pues la starlette fue con el
cuento de que yo la había querido dejar en ridículo. Pues mientras Nardiello la
fotografiaba mostrando sus piernas en el barcito de su departamento y por fin
frente a un estante en que pude distinguir unos tomos encuadernados del
READER’S DIGEST, unas novelas de Corín Tellado, EL PADRINO y PREDICCIONES
ASTROLÓGICAS PARA 1972. Porque, sabés, a mí me gusta bárbaramente leer,
decía, y para serte franca mis dos pasiones son los libros y la buena música, y
entonces yo le pregunté qué músicos la enloquecían, a lo que, of course, me
respondió El Genio de Bonn, porque siempre van a lo seguro. Pero como yo le
preguntara si no le gustaba también Palito Ortega, creyendo que la quería hacer
caer en una trampa, firme como fierro la cachirula me contestó con un gracioso
mohín que prefería la música seria, en la que además del mencionado Gigante de
Bonn, y ante mi presión policial de tercer grado (que por eso fue la denuncia ante
la Jerarquía) emitió los productos que verdaderamente la ponían en éxtasis, o sea
los valses de Strauss y la música de Tchaicovsky. Pero como je tiens beacoup á me
peau, en cuanto Korn me recriminó mi mala fe, le dije que para probarle lo
contrario estaba dispuesto a hacerle otro reportaje más elogioso, y así a los dos
números le fabriqué una semblanza que bueno bueno, destacando su distinguida
figura, que era una pena que no hubiera hecho la mannequin, que era digna de
figurar en el ranking de la International Best-dressed List y que su silueta a go-go
era ni que mandada hacer para modelo de Marc Bohan. Inútil decirles que cuando
se trata de dinero y está en juego mi pitanza, me vuelvo tan cauteloso que hasta
creo en lo que escribo, así que pensé seriamente, y hasta ahora lo pienso (no sea
que Korn me llame de nuevo y esta vez de modo definitivo) que ese stronzo era un
cañonazo digno de alternar con el establishment de la aristocracia romana. Porque
al fin de cuentas, chicas, si lo mastican un poco, el mersaje de Carnaby Street
terminó por imponer sus trouvailles a los sastres de Saville Road y de Sackville
Street. Y si un cache británico puede resultar refrescante para la fashion inglesa,
por qué una cachirula de Villa Lugano no puede tener idénticas virtudes
atmosféricas para la haute porteña? No se puede ser tan sectario, qué embromar.
Pero volvamos a la crónica de la interesante reunión. Mientras Elizabeth se
precipitaba sobre Renán, llevándose por delante al Maestro Sabato, que acababa de
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